Desde la segunda quincena de noviembre, los agentes de Tránsito de Monterrey recibieron la instrucción del alcalde Luis Donaldo Colosio de no perdonar a ningún automovilista que conduzca bajo el influjo del alcohol.
También les advirtió que si algún elemento era sorprendido tratando de arreglarse con los infractores, sería dado de baja de manera inmediata. Así de tajante fue el municipio regiomontano.
La meta es recaudar más de un millón de pesos diarios en los operativos, y por ahora han cumplido ese objetivo, porque en promedio detienen de a 50 a 70 conductores por noche, previo al inicio de las fiestas decembrinas.
Otra de las indicaciones muy precisas es impedir que los detenidos puedan hacer sus llamadas para intentar charolear o ponerse de acuerdo con algún conocido o influyente de la administración municipal.
En promedio, una persona sorprendida con aliento alcohólico o en estado inconveniente se hace acreedor a una multa de 20 mil pesos solo por ese concepto, pero habría que considerar que si la unidad retenida tiene multas o infracciones, éstas deberán ser liquidadas para obtener su liberación.
Este viernes arranca el mes de diciembre, y con ello las posadas y pachangas donde las empresas y oficinas acostumbran invitar a sus empleados y amigos donde el consumo de bebidas
embriagantes es la regla.
De tal manera que si usted, estimado lector, es de los que se le hace fácil manejar con algunos tragos encima, piénselo dos veces antes de hacerlo porque en el municipio de Monterrey andan con todo y contra todos.
El alcalde Luis Donaldo Colosio ha ordenado “piso parejo”, porque de ahí, les dijo, deberá salir para cubrir los aguinaldos, y de paso les advirtió que no permitirá actos de corrupción.
Esa misma indicación les dio en Guadalupe la alcaldesa Cristina Díaz a su gente, por lo que si no quiere ser víctima de las autoridades recaudatorias del Área Metropolitana deberá ir pensando cómo organizarse, porque en una de esas podría dejar su aguinaldo en una noche de copas.
La verdad sería injusto que la familia pague las consecuencias de su irresponsabilidad, en el mejor de los casos, porque perder la vida o arrebatársela a un inocente es un cargo de conciencia que nadie quiere llevar a cuestas.
