Apesar de ser un proceso atípico por la emergencia sanitaria, la elección del domingo 6 de junio es una de las más importantes a nivel nacional, pero especialmente para Nuevo León, porque elegiremos a quien nos gobernará durante los próximos seis años.
Se trata de una decisión trascendental en la vida de nuestras familias. Así debemos considerarla y por ello estamos obligados a participar, observando las medidas sanitarias ordenadas por la autoridad.
Es una responsabilidad ciudadana y una gran oportunidad para expresar nuestra aceptación o desaprobación a las autoridades electas democráticamente. No es un asunto de nombres, sino del cumplimiento de las promesas pasadas.
El periodo de campañas acabó y entramos a una etapa llamada de reflexión, donde precisamente debemos analizar de manera objetiva cada una de las propuestas presentadas.
Más aún porque el proceso se vio empañado por una serie de denuncias y descalificaciones que calentaron a la opinión pública, y desviaron la atención de lo realmente importante.
De acuerdo con la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales en su capítulo 1, De los Derechos y Obligaciones, en su Artículo 7, señala que “votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación que se ejerce para integrar órganos del Estado de elección popular”.
En su inciso número dos reitera que: “El voto es universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible. Quedan prohibidos los actos que generen presión o coacción a los electores”.
Por eso debemos tomarlo con la seriedad que amerita el caso y en la intimidad de su conciencia decidir de manera libre, sin orientaciones ni mucho menos presiones de alguna agrupación o persona.
Esta elección miles de jóvenes nuevoleoneses acudirán por primera vez a emitir su voto. Será sin duda alguna, la primera gran decisión en su vida y por esa razón deberá ser bien meditada.
Algunos expertos consideran que esta generación será determinante para inclinar la balanza en favor de uno u otro aspirante. Razón de más para darle la formalidad que requiere esta gran oportunidad que muchos “jóvenes de antes” hubiéramos querido tener. _
Miguel Ángel Vargas