Si bien es cierto el hecho de que el Presidente cuente con un “Testamento Político” no tiene un carácter vinculante al estar contemplado en la Constitución lo que debe ocurrir en caso de la pérdida de la vida del jefe del Ejecutivo, no debemos perder de vista que el fanatismo puede llevar al grupo en el poder a hacer suyo el manifiesto presidencial y seguir la línea dictada por Andrés Manuel en este documento que más que uno que pretenda la estabilidad del país, pretende la permanencia de la clase política dominante en el poder.
Y eso es lo preocupante, que aunque la ley dicte quién debe ser el sucesor, al final el partido en el poder tiene la maniobra para seleccionarlo y seguir al pie de la letra las instrucciones que dejara el Presidente, pues es una manera inteligente, diría yo, de permanecer en las acciones de Morena, a sabiendas que lo que da vida a este partido político es la imagen del mandatario federal.
Para nadie es oculto que Morena se desfondará el día que López Obrador deje de existir, y el Presidente sabe que el movimiento transformador de México es Él, por lo que asumo, sin conocer el texto de este testamento, que son la serie de indicaciones que deja a sus correligionarios y subordinados para hacer en caso de que no pueda continuar al frente de sus obligaciones como mandatario.
Esto no deja lugar a duda que si tiene en mente la designación de su sucesor, no solo es alguien que esté dentro de su círculo más cercano, su mano derecha , sino que además es alguien adoctrinado y que adoptó el pensamiento lopezobradorista como suyo y que hoy sabe que en caso de una eventualidad será el próximo Presidente de México con el compromiso de concretar todas y cada una de las acciones emprendidas por la actual administración.
Las líneas sucesorias en caso de la ausencia del Presidente por fallecimiento llevan a dos caminos, una designación por el Poder Legislativo y un proceso electoral, en ambos Morena lleva ma- no y si se da el caso en ambos pondrá al candidato (ya aleccionado) y será sin duda el nuevo inquilino de Palacio Nacional.
Todo planeado... plan a y plan b, nada queda fuera del control presidencial.