Aunque es un concepto que muchos tenemos en cuenta, creo que no está de más insistir en que quienes están en un cargo público no regalan, compran, contratan o rentan nada que no salga del bolsillo de los ciudadanos. El dinero en las arcas es de todos los mexicanos quienes nos partimos el lomo todos los días para que de nuestras contribuciones quienes administran esa gran bolsa llamada la hacienda pública lo inviertan en bienes y servicios para todos.
Pero resulta que a los gobiernos en turno se les olvida eso y se sienten dueños del dinero público haciendo y deshaciendo con él, beneficiando a la clase política y a cuanto allegado y advenedizo les conviene porque contribuyen a su permanencia en el poder, financiando campañas u otorgando prestaciones que no debieran de tener por ser eso, servidores públicos.
Así cada término de administración, personas que toda su vida han vivido del erario o la mayor parte de su carrera la han dedicado al servicio público sorpresivamente se convierten en “empresarios” y en el más deshonroso de los casos en nuevos ricos que no tienen manera de demostrar con su ingreso como funcionarios su posición económica.
La transparencia y la rendición de cuentas en México es una simulación y nadie está dispuesto a que las cosas se hagan bien pues entonces ser funcionario deja de ser negocio tanto para la clase política como para quienes, cual vil rémora, se adhieren a los grupos de poder para beneficiarse del dinero que la mayoría trabajamos.
Hoy en estas páginas en la investigación realizada por mi compañera Wendoline Adame, damos un claro ejemplo de cómo los poderes del estado abrazan la corrupción, de cada 100 contratos que cierra el Congreso de Guanajuato, 81 los asignan directamente con la discrecionalidad implícita y en solo 6 meses entregaron así nada más 17 millones de pesos.
Ah pero eso sí en un dislate desproporcionado primero promovieron una reforma para contar con un padrón confiable de proveedores y de pronto lo desecharon en una actitud bipolar que ahora se entiende con este manejo de los recursos.
De verdad, los ciudadanos estamos hartos de tanta simulación y desfachatez.