Cada administración federal ha tenido un tufo impresionante a una nada sana cercanía del narco y el poder, esto no es un tema nuevo y si alguien quiere empezar a escupir deberá tener cuidado porque corren el riesgo de escupir para arriba.
Para nadie es desconocido, claro poco probado con hechos fehacientes, esas relaciones que los cabecillas de los principales grupos delictivos han tejido con grupos del poder político en el país, cada administración se hablaba del narco del sexenio y en algunos casos se llegaba a “responsables” siempre en lugares por debajo del presidente en turno, y curiosamente ningún mandatario estaba enterado de nada.
En los años 80 se hablaba de la protección a Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador del cártel de Guadalajara, también conocido como cártel de Jalisco, los problemas para este grupo empezaron tras el homicidio de Enrique Camarena por presiones del gobierno estadounidense, de lo contrario no habrían terminado en la cárcel sus secuaces Rafael Caro Quintero, liberado de manera dudosa antes de terminar su condena, y Ernesto Fonseca Carrillo.
Otro ejemplo se da años más adelante cuando se capturó a José de Jesús Gutiérrez Rebollo, ex comisionado nacional contra las drogas, el general, se supo, organizaba operativos para capturar a enemigos del cártel de Juárez en ese entonces encabezado por Amado Carrillo Fuentes. Las múltiples fugas de Joaquín “El Chapo” Guzmán marcaron las administraciones federales en donde se hablaba de protección oficial de personajes de alto nivel del gobierno que permitieron la fuga de quien hoy está preso en una de las cárceles más seguras de los Estados Unidos purgando cadena perpetua.
El surgimiento, crecimiento y expansión de los grupos delictivos no podría entenderse sin pensar en la omisión o complicidad de autoridades, de otro modo las estructuras de estas bandas estarían desfondadas independientemente del poder económico y de fuego con el que cuentan pues una autoridad inquebrantable y con rigurosa aplicación de la ley no permitiría que esto sucediera.
No creo que México sea un narcoestado, pero sí creo que la delincuencia organizada ha logrado penetrar por corrupción en los tres niveles de gobierno.
