En un mundo donde la información está al alcance de todos, donde la tecnología y las redes sociales han hecho de éste un territorio cada vez más pequeño y en un entorno en donde se supone la prevalencia de la libertad de opinión y expresión deberán fluir con mayor naturalidad, no sucede así y nos enfrentamos a un escenario adverso donde los políticos extremistas están dispuestos a todo para acabar con este derecho fundamental.
La tendencia de los grupos gobernantes empecinados en la polarización ha hecho todo lo posible para acallar a las voces discordantes con sus designios desde la clasificación de medios buenos con medios malos, hasta los que son dignos según su opinión de estar cerca del poder y tener picaporte para acceder a información que nadie más podrá pues son aquellos que no disienten, que no confrontan y que no cuestionan.
Tienen como gran apuesta erradicar toda herramienta de transparencia, que más allá de ser parte de esta cadena que busca acabar con la corrupción abren la puerta a datos que de otro modo sería difícil obtener, lo que deja al descubierto las corruptelas y los malos manejos que desde el gobierno se ejecutan y se convierten en una amenaza para los negocios de quienes abusan del poder para su propio beneficio.
De este modo van de la mano las intenciones de desaparecer toda fuente de información confiable y los mecanismos para obtenerla, pues parece ser que el paraíso soñado es el mundo donde saber cuánto gana un funcionario es noticia, o los datos sobre el uso de los recursos públicos se constriñen a información filtrada con intereses mezquinos que para nada buscan como fin evitar la corrupción.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental, consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y los grupos en el poder en el planeta amenazan este derecho. La libertad de los medios de comunicación está siendo atacada en muchos lugares debido a su papel clave para garantizar la transparencia y rendición de cuentas de autoridades públicas y gubernamentales.
No hay otro objetivo que no sea el de evitar los candados que impiden a los gobernantes hacerse ricos a costa de los gobernados.
