El primer paso para sanar una enfermedad es reconocer que se padece, identificar los signos y síntomas y atenderlos, proceso que podría en algún momento ser doloroso pero necesario, que podría generar información no deseada pero útil para resolver el problema antes de que este resulte de consecuencias mayores.
Uno de los males que hoy aquejan a Guanajuato es la violencia, misma que se ha manifestado en diversas modalidades, que desafortunadamente todas ellas han terminado por cobrar la vida no de cientos sino de miles de personas en los últimos tres años especialmente y una de éstas modalidades es precisamente la de las personas desaparecidas.
Por fortuna dejamos atrás declaraciones infortunadas como aquellas en las que se expresó que el fenómeno de los desaparecidos se debía a que “se iban con la novia o a los Estados Unidos” a tener una Comisión Estatal de Búsqueda y unos protocolos que regulen la búsqueda de personas desaparecidas además de modificar los patrones de recepción de denuncias de familiares que han perdido a un ser querido al que no encuentran.
Esto va a arrojar información importante que pondrá luz sobre otra forma de operación del crimen organizado en la que a modo de infligir a los familiares de los desaparecidos, evitan que éstos tengan contacto con ellos al momento en que decidieron arrebatarles la vida provocando en ellos el dolor de no tener la certeza del paradero de las víctimas y en el mejor de los casos dar con restos, que lo único que provocan es vivir un segundo duelo.
Seguramente el número de víctimas de homicidio se va a disparar en la medida que poco a poco la tierra o el agua empiece a devolver los restos de personas que fueron asesinadas por criminales para luego dejarlas abandonadas en predios como el encontrado en el municipio de Irapuato.
La mayoría de las desapariciones ocurridas en la entidad, al igual que los homicidios dolosos tienen relación con el crimen organizado, en muchos casos incluso no es que las víctimas tuvieran relación con estos grupos, en muchos casos también se registraron víctimas que nada tenían que ver con el crimen organizado.
Lo más importante hoy es que empieza a verse la luz sobre un asunto tan triste como desafortunado y que el dolor de muchas familias de no tener la certeza del paradero de sus seres queridos y tendrán unos restos que despedir algunos de ellos, claro que siempre lo mejor será dar con las personas con vida, eso sin duda, pero es peor también el duelo permanente que en muchos casos también terminará.