Recuerdo las férreas y crudas críticas del PRI, aquel que presumía su regreso a la presidencia de México y el avance importante en las elecciones de 2012, cuando el Partido Acción Nacional anunció que iría en alianza con un partido con posturas muy disímiles al instituto de derecha, el Partido de la Revolución Democrática.
En ese entonces se habló de una alianza contra natura, al ser el PAN un partido defensor de la vida desde la concepción hasta la muerte mientras que el PRD mostraba políticas más inclinadas a favor del aborto por ejemplo. En ese entonces ambos partidos defendieron sus plataformas políticas y que la alianza era en asuntos comunes como administraciones lejanas a la corrupción y políticas encaminadas por ejemplo a terminar con la inseguridad y garantizar el bien común.
El origen de ambos partidos habla de que en efecto esa alianza estaba encaminada al fracaso, no solo por la visión diametralmente opuesta a la ideología de cada uno de estos partidos sino que estaba fundada sobre el ánimo de quitar del poder al PRI a toda costa incluso sobre los principios de la militancia.
Hoy ese PRI que criticó aquellas alianzas se presenta como opción a hacer digamos un trío que en efecto desdibuja toda pretensión de llevar al poder a ciudadanos con ganas de mejorar las cosas y deja ver una urgencia por no desaparecer aplastados por la corriente que apoya a Morena, partido que gracias al presidente no deja de estar presente en los ciudadanos como la perfecta opción para desaparecer a aquellos que no pudieron traer el bienestar y la seguridad que hoy siguen demandando pese al cambio de partido en el poder.
El proyecto ideológico de la alianza PAN-PRD-PRI no tiene en absoluto líneas precisas, no se ve cómo los acérrimos enemigos están dispuestos a luchar por un fin común cuando al llegar al poder, si lo logran, terminarán dejando de lado cualquier acuerdo al que lleguen dentro de estas alianzas.
Tal vez habrá quien piense que este fenómeno es un paso para terminar con una oposición fragmentada, pero a costa de qué. El hecho es que esta alianza parece más encaminada a un rotundo fracaso y peor, no los llevará a una nueva fragmentación sino a una verdadera atomización que dará al partido en el gobierno enormes posibilidades de refrendar su triunfo en el 2024.
Al tiempo.