El Ascenso de Skywalker, noveno episodio de la tercera trilogía de Star Wars, retoma la acción después de los sucesos de El Último Jedi. Reencontramos a los líderes de La Resistencia dividiéndose misiones como parte de su lucha contra La Primera Orden. Por un lado, vemos a Poe, Finn, Rose, Chewbacca y los droids recorriendo planetas en busca de pistas para rastrear a sus adversarios, al igual que aliados para igualarlos en número. Mientras tanto, a Rey y Kylo Ren les llega la hora de su enfrentamiento final.
No se puede hablar de El Ascenso de Skywalker sin referirnos a El Último Jedi. Lo que este año probablemente nos haga evitar los temas Política, Religión y Episodio IX de Star Wars en nuestra sobremesa navideña se originó desde 2017, con la reacción a El Último Jedi. En los dos años transcurridos entre el episodio VIII y el episodio IX el debate fue denso, y aunque es difícil llegar a un consenso sobre si el VIII benefició o afectó a la saga (si me preguntan a mí, la benefició), la percepción es que Rian Johnson, director y escritor de El Último Jedi, causó disrupción con una cinta de trama progresista en la que los todos los villanos eran hombres blancos acomplejados y los redentores eran un grupo racialmente diverso. Johnson redobló la provocación a los fans de Star Wars al negarse a tomar inspiración de sus teorías; contradijo preceptos sobre La Fuerza ya establecidos y, de remate, le dio a la historia un tono demasiado bromista. Disney implementó un severo control de daños regresando el mando a J.J. Abrams, dando como resultado el guión de El Ascenso de Skywalker, que enmienda el pacto de familiaridad con los espectadores fieles. Dicho pacto implica volver al reducido rango de escenas y dinámicas que mantienen el status quo Jedi: entrenamiento para dominar La Fuerza, visita express a una cantina intergaláctica, reunión de consejo en la que el villano estrangula a algún subordinado que le da la contra, lección filosófica por parte del maestro Jedi. El margen de renovación en la trama es tan limitado que ya no sé en qué consiste spoilear una película de Star Wars.
Bajo la dirección de Abrams, la fortaleza de esta conclusión está en cómo resuelve la rivalidad entre Rey y Kylo. Para estos momentos, el también director del Episodio VII filma a la altura de la espectacularidad requerida, dándonos un par de secuencias que producen aplausos espontáneos en la sala de cine. Para llegar a estos picos, tendremos que recorrer un camino que consiste en dos primeros actos con material de relleno, explicaciones que ponen en duda la lógica de eventos pasados y adiciones narrativas intercambiables. La intención de usar el término “episodio” para cada entrega de Star Wars es comunicar la magnitud de su historia. El Ascenso de Skywalker es episódica en un sentido menos elocuente. Episódica en el sentido de prolongar el desenlace con la mayor cantidad de bloqueos de trama posibles. Emocionalmente será satisfactoria. La renuencia vendrá si la empezamos a razonar cuando las luces de la sala se enciendan.
Aunada a síntomas como las noticias de directores que fueron despedidos o que renunciaron, los reshoots intempestivos de Rogue One y el bajo desempeño del spin off de Han Solo, la saga Skywalker postula a Star Wars como un caso de estudio en el manejo de franquicias, no precisamente como un triunfo que honre a su canon.
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