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"En Guerra" disecciona el enojo social

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  • "En Guerra" disecciona el enojo social
  • Maximiliano Torres

Durante las dos últimas semanas la situación del mundo me mantuvo pasmado. No podía concentrarme para ver películas. Preferí hablar de la reacción que tuvimos al adaptar por completo nuestra cinefilia de una sala de cine a la sala de nuestra casa: viendo películas que, lejos de devolvernos algo de calma ante la pandemia, reafirmaban nuestras preocupaciones. Hoy regreso a la crítica de cine sin lograr oponerme a esa tendencia: con una dosis de realismo social hecho en Francia.

En Guerra , de Stéphane Brizé (disponible en Casa Caníbal, la plataforma de su distribuidora, Cine Caníbal), sigue las negociaciones entre empleados y directivos de Perrin Industrie, fábrica de automóviles que decide cerrar sus operaciones en Francia, faltando a un acuerdo que había hecho a su personal: recortarles el salario con el fin de salvar a la compañía y prometiendo a cambio proteger sus puestos durante al menos cinco años. Mil cien trabajadores reciben la noticia de que tal acuerdo no procederá debido a que la compañía, anteriormente de propiedad y operación local, ahora es parte de una multinacional con sede en Alemania. Los nuevos dueños dicen que la rentabilidad de Perrin en Francia no es suficiente y por ello deben detener la producción. Por las particularidades del caso, la ley no ampara a los afectados, dejándoles como único recurso presionar públicamente a Perrin con protestas que irán aumentando en intensidad y disminuyendo en civilidad. Será su líder sindical Laurent Amédéo (Vincent Lindon) quien llevará esta batalla hasta donde sea necesario. 

Tomen esta sinopsis demasiado detallada como preparación para la experiencia a la que el director de En Guerra los inducirá. Con mínima dramatización en los personajes como individuos e interesada en plasmar la gestación de un conflicto laboral a nivel colectivo, En Guerra prioriza algo que cualquier otro drama convencional reduciría a un montaje musicalizado: la perseverancia de la lucha social. 

Juntas sindicales, sesiones de negociación, protestas, comparecencias en tribunales, asesorías de abogados, plantones en oficinas corporativas. Todos los rounds de la faena sindical están abarcados, narrados exhaustivamente con un realismo casi documental. Al dedicar tanto tiempo a confrontaciones densas en diálogo, a prolongados intercambios de opiniones, el director se arriesga a caer en lo redundante. Por momentos, la sensación de estar atrapados en un lamento que solo progresa en cólera es comprensible. Pero conforme los huelguistas van pasando de medidas conciliatorias a medidas desesperadas, a medidas suicidas, el mensaje se vuelve claro y necesario. La intención de Stéphane Brizé al someternos a todos estos minutos de obstinación es validar el enojo social como sentimiento universal. Grande es la interpretación del único actor profesional en el reparto: Vincent Lindon. Aunque los máximos honores se los llevan los cerca de seiscientos no actores que comparten escenas con él como asalariados, abogados, funcionarios de gobierno, mediadores, policías y reporteros que recrean en su debida magnitud lo que a veces decidimos ver de reojo leyendo solo los titulares de las noticias.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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