La polémica de la semana es y seguirá siendo la carta dirigida al rey Felipe VI de España, en la cual Andrés Manuel López Obrador solicita al Rey de España que pida perdón por los agravios que hace 500 años vivieron los indígenas mexicanos.
Han pasado 500 años de tan lamentables hechos, fue el encuentro de dos mundos, eran dos culturas diferentes, tenían su propia cosmovisión y, actuaron conforme sus propias normas y principios.
La carta es un acto que intenta limpiar los agravios recibidos por quienes en su momento fueron masacrados, sin embargo, el perdón tampoco es una necesidad de los mexicanos. Pareciera que el presidente de la República en un día domingo sin tener mucho en que pensar, decidió escribir esa famosa carta, y es que son tantos los problemas que el presidente debe resolver: corrupción, violencia, generación de infraestructura, combate a la pobreza, generación de empleos, mejora de la educación, salud de calidad, gasto público eficaz y eficiente, atracción de turistas, etcétera; muchos temas que hoy debería resolver la agenda gubernamental , pero no, es más importante desagraviar a los indígenas de hace 500 años, que los agravios que cada día sufrimos los mexicanos.
La carta jamás recibirá como respuesta el perdón y, lo que sí está generando es poner en entre dicho la buena relación entre los dos gobiernos, de hecho, el rey Felipe VI vino a la toma de protesta del hoy presidente, fue un acto de amistad y fraternidad entre dos pueblos hermanos.
Señor presidente, desagravie a los mexicanos que cada día exigimos todo el peso de la ley contra los delincuentes y corruptos; olvídese de pedir solicitudes de perdón y castigue a los verdaderos enemigos del México contemporáneo, del México de sus hijos y de sus nietos, del México que hoy grita justicia y paz.
