Han sido meses de sueños, pero también de angustia para Obrador. Doce meses desde que ganó la presidencia de la república y siete meses gobernando un país lleno de miseria, violencia y muerte, pero también lleno de potencialidades, oportunidades, y futuro con esperanza. Siete meses con las riendas del gobierno son poco tiempo para dar resultados concretos, pero son siete meses en los cuales, sí se podrían poner las bases de una transformación profunda del México que todos queremos, bases solidadas que hasta el momento no se construyen o al menos, no se han terminado de construir.
Desde mi reflexión y crítica constructiva, el presidente ha realizado acciones de política pública eficaces, pero también ineficaces; nos parece que este momento es el adecuado para decir puntualmente lo que ha realizado bien, pero también lo que no ha diagnosticado y resuelto bien. En México no se percibe un cambio de rumbo, pareciera que lo realmente importante es el modelo económico, y ese sigue siendo el mismo del pasado, se cuidan las finanzas públicas más de lo que lo harían los neoliberales; se preocupan por manejar la deuda y la inflación; les preocupa el tipo de cambio y el comercio internacional. El modelo es el mismo, neoliberal, pero con un rostro humano, porque el cambio observado dentro de la 4T es el incremento del gasto público destinado a programas sociales. Pareciera que estamos en una mezcla de gobiernos neoliberales y populistas, Luis Echeverría como presidente, al lado de una secretaría de economía en manos de Salinas de Gortari.
Por supuesto que es un acierto la siembra de árboles y el tren en el sureste, pero no así las becas para todos los estudiantes de nivel medio superior.