En los procesos electorales dentro de los partidos y en la competencia entre candidatos, partidos y alianzas, uno de los instrumentos más utilizados son las encuestas. Sin embargo, no son sencillas de diseñar, de aplicar y menos de interpretar, aunque en las campañas su objetivo es claro: dirigir el voto, tratando de erigirse en brújula para los electores. Alguna comisión de estudio, más que de regulación de este fenómeno, podría haber establecido el Instituto Electoral del Estado de México para orientar a los electores y evitar los resultados falseados. El IEEM debería estar al pendiente de esa orientación al electorado, como es su deber.
Mientras, veamos algunos aspectos. Saber preguntar es signo de inteligencia, y en política aún más. Y saber entender, también. Por ejemplo, imagino que en el PRI estarían quebrándose la cabeza para interpretar y ver cómo superar el rechazo que se observa desde hace mucho tiempo en las encuestas. Y tal vez por ello sus expertos asesores les sugirieron una candidata que pudiera eludir el rechazo. Ya se verá si la estrategia es favorable.
Conocer al electorado del Estado de México es un poco más complicado como para resolverlo en encuestas estatales. Es indispensable, por una parte, comprender el sentir de los electores conforme a sus circunstancias y trato que han recibido de los gobiernos federal, estatal y municipales. Más claro, las encuestas están lejos de predecir el resultado futuro; en cambio, sí pueden mostrar la apreciación presente.
¿Pensarán igual los electores de Chimalhuacán que los de Toluca? ¿O los de Ecatepec y Metepec? Más enfocados: ¿Los de zonas urbanas y los de zonas suburbanas marginadas? ¿Los que usamos automóvil y los que utilizan combis? Y luego podíamos seguir: ¿hombres, mujeres, jóvenes, empleados y desempleados? En los votantes se mueve su voluntad y el día de la jornada electoral más. Especialmente cuando se trata, como la del próximo domingo 4 de junio, de una elección solamente de gobernadora.
Más allá de la realidad, que se sabe terca y obstinada, se intenta imponer la percepción, esa que las encuestas buscan modelar. Los medios en ocasiones se equivocan al exaltar a las encuestas, porque pretenden cambiar su lugar de mensajeros, con el mensaje mismo de las encuestas. Les interesa identificar el resultado que puede significar la nota principal, o la más llamativa para sus lectores, como si se tratara de la crónica de un hipódromo. Mientras, los estrategas deben estar calculando ¿Cómo aprovecharán el segmento de los indecisos? ¿Y la posibilidad de lograr cambio de preferencia?
Y con paciencia, esperemos las sorpresas que nos reservan las virulentas y asombrosas redes sociales en la vecindad cibernética en que nos han colocado. Así que recuerde, amable lector, que esta contienda no es apta para cardíacos; el juego se intensificará día tras día, aunque parezca que ya tenemos el resultado a la vista.