La sucesión presidencial 2024-2030 ha iniciado en el Partido MORENA y así en el país. Desde que el Presidente López Obrador mencionó el tema de las “corcholatas” para llamar a los aspirantes y prospectos con posibilidades de la candidatura presidencial dio la señal a quienes pueden participar de su equipo cercano. El domingo pasado en el Consejo Nacional del Partido, se aprobaron las reglas de esta etapa interna, más allá de reglas formales y legales y se nombró a una Comisión de Encuestas inapelable y responsable del proceso.
El liderazgo del Presidente es fundamental y consistente. Su popularidad se mantiene muy alta y permanece blindada frente a los ataques a su alrededor y a sus acciones, su estrategia se fortalece todos los días y apuntala el proyecto político. Su figura es emblemática, auténtica en la lucha a favor de los más pobres, como se ha grabado en el lema “primero los pobres”. Combate de inmediato los ataques a su personalidad incorruptible. Sus banderas de lucha son de credibilidad eficaz y los ataques a sus opositores, implacables; los calificativos abundan: conspiradores, cínicos, hipócritas, etcétera.
Sus obras emblemáticas como el AIFA, Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y otras más, la mayoría encargadas al Ejército y la Marina, los programas sociales de gran alcance a las familias, impactan amplias capas de la opinión pública, al grado que las críticas se minimizan, aunque permanecen constantes problemas como la inseguridad y la inflación, la carencia de medicinas y la saturación de la demanda de servicios médicos. Las conferencias mañaneras y sus habituales giras por el país proyectan al gobernante trabajador y madrugador. El control sobre su equipo de trabajo es total. Diariamente da muestras de su gran capacidad para gobernar.
Los retos para quien aspira a sucederlo no son menores. Con ese liderazgo a su favor la identidad del candidato o la candidata es indispensable para aprovechar esa riqueza política. Y no obstante ello, el reto mayor es la conquista del electorado abstencionista, para ganar el respaldo social lo más cercano posible al logrado por el Presidente López Obrador. Recordemos que la historia nos enseña casos de vuelcos inesperados.
Otros retos no menores serán las candidaturas a los demás cargos de elección popular gubernaturas, senadores, diputados federales y en nuestro caso, diputados locales y ayuntamientos. Que requieren de acuerdos con las alianzas partidistas y los grupos e individuos interesados en figurar, algunos para la reelección y otros para la primera oportunidad electoral.
Lograr la histórica movilización social de 2018 que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, y al gran poder acumulado, destacada en los 30 millones de votos, parece una tarea titánica, pero no imposible. Veremos cómo se despliegan la aspirante y los aspirantes, mientras la oposición como dicen los chinitos: “milando”.