El Día Mundial contra la Trata de personas llega una semana después de que autoridades de Chiapas, que investigaban el paradero del bebé Dylan, encontraron en San Cristóbal de las Casas a 23 niños aparentemente privados de su libertad.
Infortunadamente Dylan, que desapareció el 30 de junio, no ha sido localizado. Pero su búsqueda originó el rescate de tres bebés y de 20 niños de entre tres y 15 años, algunos de los cuales eran obligados a trabajar vendiendo artesanías. Presuntamente es un caso de trata en su modalidad de trabajo forzoso o de robo, venta o adopción ilegal.
Aunque la trata de personas es por definición un delito cruel, abusivo y cobarde, uno supondría que incluso en ese contexto de maldad los delincuentes toparían con algún escrúpulo. Sin embargo, hay tantos casos de suma crueldad, de explotación extrema y de sufrimiento abismal y prolongado, que es evidente que los tratantes están dispuestos a cometer cualquier atrocidad.
Muy reprimida debe de tener alguien la conciencia para privar de la libertad a una joven, lo que hoy llega a suceder en calles, plazas comerciales, parques públicos y mercados; o para poner en internet o en espacios públicos anuncios falsos de oportunidades laborales; o para traicionar a quien sin saberlo se involucra sentimentalmente con quien será su tratante.
A quienes no imaginan que haya casos que rebasan los límites del retorcimiento, hay que decírselos para que se protejan o protejan a los suyos y para generar alerta social.
Solo en este mes los medios dieron cuenta de la detención en Tlalnepantla de una mujer que prostituía a su hija de nueve años, de un hombre en Cuatitlán Izcalli que explotaba sexualmente a su novia por medio de internet, y de una mujer sentenciada a 30 años de prisión por explotar sexualmente a dos menores de edad en Michoacán.
Se supo también del proceso que se sigue a cuatro funcionarios de migración presuntamente por facilitar la entrada y residencia ilegal de víctimas de trata, y de una mujer que decidió contar, luego de dos décadas de silencio, que hace años se fue a Japón creyendo que había sido contratada como modelo y edecán, cuando en realidad había sido trasladada al infierno de la trata.
Durante la pandemia, de acuerdo con un estudio de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, los grupos delictivos han encontrado en las redes sociales mayores ocasiones para engañar a mujeres necesitadas de mantener a su familia o salir de la pobreza.
La perversidad de estos hechos concretos se extrapola con toda su crueldad a la estadística: en México, de cada 100 víctimas 90 son niñas y mujeres, 70 padecen explotación sexual, y 27 son menores de edad (CNDH, julio, 2019).
Es a ese grado de vileza al que hay que hacer frente con toda la fuerza del Estado, a fin de salvaguardar y proteger la libertad, la dignidad y la vida de todas las personas, especialmente de mujeres y niñas, puesto que ellas constituyen la inmensa mayoría de las víctimas.
@mfarahg
* Secretario general de Servicios Administrativos del Senado y especialista en derechos humanos