Política

El PIB sorprende a despistados

ALFREDO SANJUAN
ALFREDO SANJUAN

A fines de 2020 y todavía a inicios de 2021, analistas desprovistos de humildad intelectual tachaban de optimismo irracional cualquier pronóstico de crecimiento económico superior a 2 por ciento. Cargados de autoconfianza o acaso víctimas de sesgo mediático atrapa-atención, olvidaban que las sorpresas macroeconómicas abundan, en especial cuando median fobias políticas.

Transcurrió la realidad en aquel 2021 pospandémico y el PIB mexicano acabó expandiéndose a 4.8 por ciento para sorpresa de despistados. No hubo reflexión crítica sobre yerros que en otra profesión podrían haber costado vidas o millones de pesos. Nada ajeno a la normalidad: la economía no es una ciencia natural por más que la corriente neoclásica de pensamiento lo pretenda.

Vino después 2022 y los pronósticos volvieron a errar. El Inegi divulgó recién un 3 por ciento de expansión frente al 2.3 por ciento que esperaba la media de analistas encuestados por el Banco de México a principios del año. Esta vez el Fondo Monetario Internacional jugó de animador del pesimismo al estimar todavía en julio un +2.4 por ciento para México. En defensa del FMI, su analista designado con alta probabilidad modela el crecimiento regional con base en las expectativas para Estados Unidos, cuya demanda guarda estrecha relación con la producción industrial al sur del río Bravo. Es una metodología legítima, pero endeble y poco esforzada, amén de contagiosa.

Diversos motivos explican que la economía mexicana esté comportándose mejor de lo esperado y que se haya sobrepuesto con solvencia a dos trimestres de contracción (enero-junio) en Estados Unidos.

En primer lugar, el comercio exterior vuela alto. Las exportaciones manufactureras se alzaron 16.6 por ciento frente al 2021, lideradas por un sector automotriz en recuperación plena (+18.2 por ciento). Aunque las importaciones crecieron más, múltiples servicios se nutren de un comercio sano.

En segundo sitio, el turismo viene recuperándose. El tráfico en aeropuertos nacionales brincó 31.2 por ciento frente al 2021 y destinos como Vallarta (+51 por ciento), Mérida (48.1 por ciento) y Cancún (36 por ciento) encabezaron la recuperación de un sector vapuleado por la pandemia, del cual dependen servicios como transporte y hospedaje. Siendo México uno de los países más dependientes de visitantes internacionales, que el número de arribos continúe hacia la normalización será favorable también en 2023.

El consumo resiliente fue una tercera fuente de crecimiento. La venta minorista de autos creció 7 por ciento frente al año anterior; la importación de bienes de consumo se alzó 29.4 por ciento anual, y el índice de confianza del consumidor se ubica en 42.5 puntos, por encima del promedio histórico. Los 753 mil nuevos empleos registrados ante el IMSS con un alza de 11 por ciento en la cotización media impulsaron una notable expansión de la masa salarial, reforzada por las remesas.

Punto y aparte, cierta razón tienen los perennes pesimistas en que este 2023 parece condicionado. La política restrictiva del Banco de México, resignado a la mimetización total de una Reserva Federal en extrema cautela, erosionará más temprano que tarde las dinámicas de crédito y consumo. Aunado a la postura fiscal de austeridad que favorece una menor inflación y un manejo responsable de la deuda pero limita el crecimiento de corto plazo, ambos catalizadores padecen amarras. La fragilidad global tampoco ayuda.

El FMI prevé que el PIB mexicano se expanda solo 1.7 por ciento, si bien revisó en enero su anterior 1.2 por ciento. Por su parte, la OCDE espera 1.6 por ciento y el Banxico uno por ciento. De nuevo a remar contra el pesimismo mediático.

¿Dónde podrían verse sorpresas positivas? Por un lado, la guerra comercial entre China y Estados Unidos y los choques de oferta legados por la pandemia han elevado el apetito por la manufactura mexicana. Al menos tres indicadores lo sostienen: 1) el dinamismo de las exportaciones; 2) la escasez de naves industriales en la frontera norte, y 3) el flujo elevado de inversión extranjera directa. Asimismo, abundan múltiples reportes del sector financiero sobre las oportunidades que la relocalización ofrece al país.

Es probable también que proyectos de inversión de escala prometedora inicien o alcancen madurez. En concreto, el Plan Sonora podría atraer miles de millones de dólares en proyectos energéticos; el Tren Maya y la expansión de trenes pueden impulsar a un sector de la construcción aún deprimido, y tanto el AIFA como las refinerías caminarán hacia la capacidad plena. 

Otro posible catalizador de corto plazo puede provenir de dinámicas desinflacionarias. Aunado al efecto confianza que generaría, la suavización del incremento en precios daría más argumentos al Banxico para un repliegue.

Acaso algunos elementos pequen de optimismo. Empero, la economía mexicana hila dos años de sorpresas positivas.

Sería poco aventurado que una combinación parcial de factores devenga de nuevo en un mejor año de lo esperado. Lo irracional sería enfocarse solo en los riesgos a la baja, como suele suceder entre quienes sobredimensionan la coyuntura política, con dolo o inocencia por igual.

Mario Campa*

*Economista y politólogo, además de maestro en Administración Pública por la Universidad de Columbia.


Google news logo
Síguenos en
Mario Campa
  • Mario Campa
  • Economista y politólogo, además de maestro en Administración Pública por la Universidad de Columbia.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.