Luego de la polémica en torno a la pretensión del Instituto Nacional Electoral (INE) de realizar una prueba piloto que consistiría en instalar cien urnas electrónicas en las elecciones del 6 de junio próximo, conviene analizar el trasfondo de la discusión.
Y es que el año pasado se instalaron 94 urnas de este tipo, a manera de encuesta, con resultados fieles a la votación registrada en las casillas.
Estos dispositivos, se resaltó, no pueden ser vulnerados de manera electrónica, pues carecen de conexión a Internet, desde donde suelen atacar los instrusos informáticos.
El prototipo imprime un testigo del voto pero además es capaz de arrojar el acta, lo que reduce los errores por operaciones aritméticas, como puede constatarse en los conteos distritales que tienen lugar el miércoles posterior al día de la elección.
A propósito de este tema, escucho a Ciro Murayama, consejero del INE, en una entrevista radiofónica, resaltar el caso de Brasil, el cual, dijo tiene más territorio y población que México “y nos lleva 25 años de ventaja, pues todas sus elecciones son en urnas electrónicas lo que les permite en cuatro horas haber acabado el conteo de sus votos”.
Lamentó que nuestro procedimiento resulta “más caro, ineficiente y barroco” pues aunque México tiene la tecnología y los conocimientos para tener elecciones más ágiles “ha sido la desconfianza política lo que nos ha tenido en el modo antiguo. Votamos con las mismas tecnologías que había en 1910...”
En ese sentido, la desconfianza tiene parte de su asidero en la realidad. Desde la “caída” del sistema de 1988, es un hecho de que se tienen trabas para la utilización de la tecnología sin sombras de sospechas.
¿Qué seguridad hay de que las nuevas tecnologías respondan efectivamente al voto expresado por la ciudadanía?, parece ser la pregunta a responder
Murayama defendió que iniciativas como esta introducen eficiencia a las elecciones y estimó que pueden potenciar la participación ciudadana.
El soporte debería ser lo menos trascendente, sea una memoria de un despositivo electrónico o una hoja de papel. Lo importante es que los ciudadanos manifiesten su voluntad y esta se cumpla.
Periodista de investigación. Ex servidor público de carrera