Hace unos días se conmemoró el 80 aniversario de la fundación del Instituto Mexicano del Seguro Social, institución que es todo un referente en México y América Latina en materia de promoción de la salud y previsión social.
Legado del presidente Manuel Ávila Camacho, quien se distinguió por su enfoque laboral al crear en 1942 la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y al año siguiente, el 19 de enero de 1943, la ley que creaba el IMSS, saldando una deuda de casi un cuarto de siglo, pues desde la reforma al artículo 123 constitucional en 1929 se preveía la existencia del Instituto; sin embargo, debido a los vaivenes políticos de la época post-revolucionaria no se concretó de inmediato.
Entre sus principales reformas se encuentran las de 1973, que introdujo el pago de un estipendio vitalicio a jubilados y pensionados y la de 1995, en vigor luego de concluir el periodo de transición en 1997 y su tránsito al régimen individual de pensiones cuyo mejoramiento en 2020 por la actual administración fue inminente luego del egreso de la primera generación de pensionados a través de las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afore).
Actualmente, uno de sus principales retos que enfrenta es la calidad en la atención y cobertura, pues el crecimiento de su infraestructura ha quedado rezagado con respecto al incremento de la población derechohabiente.
Igualmente, el éxito que logre conseguir en su enfoque preventivo de los padecimientos más comunes, en particular los de tipo crónico-degenerativo, contribuirá a despresurizar las tensiones presupuestales que enfrentará durante las próximas décadas.
En tanto, hoy no se puede escatimar el reconocimiento a un Instituto que pese a todas sus limitaciones es el eje del sistema que garantiza la promoción del derecho humano a la protección de la salud de la clase trabajadora mexicana. Enhorabuena al IMSS por sus primeras ocho décadas.
Periodista de investigación. Ex servidor público de carrera
Mario A. Arteaga
