La multitud se agrupa afuera de la Basílica Colegiata de Guanajuato esta mañana de martes en la capital del estado. Con sus camisetas rojas hacen patente que son trabajadores pertenecientes a la sección 142 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (sntmmsrm).
Están por ingresar al recinto religioso en el cual minutos después se celebrará una misa en memoria de sus compañeros caídos hace 88 años en exigencia de mejores condiciones de trabajo.
Ahí recordarán la emboscada en la cual, mientras transitaban por el camino que conecta a Guanajuato capital con la mina de El Cubo, a la altura de la comunidad Las Raíces, fueron acribillados, uno a uno, como represalia por hacer uso de su libertad sindical.
Posteriormente, recorrerán a pie los escasos dos kilómetros que separan al templo del legendario panteón de Santa Paula, mientras la banda de guerra hace resonar sus tambores y cornetas.
En el camposanto, pasarán lista contestando a viva voz: ¡Presente!, después de cada nombre: Juan Anguiano, Luis Fonseca, Antonio García, Reynaldo Ordaz, Simón Soto y Antonio Vargas.
Casi nueve décadas han pasado, y dada la naturaleza de las labores que se realizan en la industria, las condiciones de trabajo en siderúrgicas y minas son severas; sin embargo, el marco legal ha avanzado y las normativas de seguridad han permitido mitigar los riesgos y compensar económicamente de una mejor manera a los trabajadores.
Horas después, se conocería de un siniestro en la planta de una compañía acerera ubicada en el municipio de Villagrán.
Aunque al principio el caos y la desinformación reinaron, causando alarma entre los familiares de quienes se encontraban en turno, se supo después, por parte de autoridades locales, que el accidente no dejó más que daños materiales, por lo que no hubi víctimas mortales que lamentar.
Los trabajadores de hoy, en alguna medida, están en deuda con aquellos Mártires del 22 de abril de 1937.
