
La vida en la Tierra plantea numerosas pruebas contra las que hay que “luchar” cotidianamente. Como diría Buda Shakiamuni, vivimos en un mundo de sufrimiento. Pero qué pasaría si nos dijeran que estas mismas fuerzas están ahí para ayudarnos, más que para hacernos sufrir.
Tan solo hablar de la fuerza de gravedad terrestre nos hace pensar en un esfuerzo permanente que todos los seres vivos debemos ejercer para contrarrestarla y poder movernos. Pues resulta que la gravedad no es solamente una fuerza, sino también una señal, de acuerdo al portal ciencia.nasa.gov:
“La gravedad le dice a los músculos y huesos qué tan fuertes deben estar. En un ambiente de gravedad cero, los músculos que se utilizan para contrarrestar la fuerza de gravedad, como los de la cadera y la columna, se atrofian rápidamente porque el cuerpo percibe que no los necesita”.
La gravedad ejerce su acción sobre el cuerpo humano lo que origina un centro de gravedad interno, que es condicionado por el peso, la talla y la morfología, y el cambio en la actitud o el movimiento hace que su posición sea variable, pero normalmente, se ubica en la pelvis menor a la altura de la tercera y cuarta vértebra sacra.
Así que encontrar nuestro centro de gravedad, no solo posibilita un movimiento fluido, sino también estable en lo externo e interno. La estabilidad se puede definir como la capacidad de un cuerpo de mantener el equilibrio, pero más importante aún, como la propiedad de volver al estado inicial luego de una perturbación.
Y eso es lo que aporta la postura de yoga que hoy te proponemos, tanto a nivel físico como mental: Urdhva Mukha Prasarita Padottanasana, la postura de la gran extensión de piernas abiertas, una de las mejores posiciones para experimentar el centro de gravedad en relación con la estabilidad y la expansión.
Para armar la postura inicia sentado en Baddha Konasana, la postura de la Mariposa. Engancha los dos primeros dedos de las manos alrededor de los dedos gordos de los pies. Exhala e inclínate hacia atrás, manteniendo el equilibrio sobre los isquiones. Inhala y estira las piernas, encontrando con paciencia tu punto de gravedad. Mantén las piernas activas y el pecho abierto; los hombros van hacia abajo y la columna vertebral extendida. Evita colapsar en la parte baja de la espalda, si esto sucede dobla las rodillas o utiliza cinturones alrededor de los pies.
Marién Estrada
@marien_caminoa7