Cada determinado tiempo vemos en medios de comunicación circular la gran noticia que anuncia la propuesta de una reforma a la ley, y la esfera electoral no es la excepción. Estas reformas jurídicas y legales ponen en juego la rigidez constitucional. Una rigidez que parece más bien flexible, aun cuando implique todo un complejo proceso de análisis y trabajo.
El proceso legislativo para reformar la constitución mexicana se encuentra descrito principalmente en los artículos 71 y 72 constitucionales. Este proceso consiste en un conjunto de actos y procedimientos constitucionales, legislativos, concatenados cronológicamente para la formación de leyes, así como para reformar la constitución y las leyes secundarias.
Los procedimientos de reforma ofrecen en la actualidad el mecanismo propio para la construcción y retroalimentación permanente de la constitución. Esto aporta al cambio constitucional la legitimidad de la participación popular. Especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, la incorporación y el uso de los dispositivos de reforma están hoy formalmente asentados en la práctica constitucional, en yuxtaposición con el carácter casi inmutable con el que se diseñaron las primeras Constituciones democráticas tras las Revoluciones de finales del siglo XVIII.
Este proceso requiere de un trabajo arduo. Incluye fuertes debates entre los grupos parlamentarios de una y otra cámara, y de las legislaturas en las entidades federativas. La complejidad de dicho procedimiento técnico-jurídico hace que nuestra constitución sea considerada una constitución rígida. Pero ¿qué pasa con esta rigidez si tenemos reformas constitucionales cada que se pasa la estafeta en nuestros poderes ejecutivo y legislativo?
La rigidez constitucional se subsume ante la necesidad de modificar la ley electoral. Basta un proceso electoral para que se reforme, no sólo la ley electoral sino también la propia constitución. Los grupos ganadores y perdedores del ejercicio democrático en México, una vez concluido cada proceso electoral, se dan a la tarea de ver qué leyes funcionaron en su favor y cuáles jugaron en su contra, trátese de elecciones federales o locales.
Si bien las leyes deben de adaptarse a las necesidades de una sociedad, pareciera que la rigidez constitucional se ha entendido en México como un mero trámite perfectamente dominado por los grupos parlamentarios para modificar la normativa mexicana.
@lolitalopezloza