Política

“Pas en mon nom”; tampoco en el mío

  • A la intemperie
  • “Pas en mon nom”;  tampoco en el mío
  • Marco Provencio

Según el Ministerio del Interior, la movilización de cerca de 4 millones de personas a lo largo de toda Francia para manifestarse el pasado domingo contra el terrorismo ha sido la más grande en la historia del país. Y vaya que Francia ha tenido movilizaciones históricas. Esta recién equivaldría a que 7.5 millones de mexicanos saliéramos en un mismo día a las calles para pronunciarnos acerca de algo que nos fuera común a todos.

La movilización contra el terror de un par de días cualquiera entre semana, en los que murieron casi dos decenas de personas, significó la participación en la marcha parisina de cerca de 60 personalidades, entre jefes de Estado y de gobierno y representantes de organizaciones internacionales. Un atroz atentado contra la libertad de expresión lo resume todo. Ante el terror abierto o soterrado en el que viven millones de mexicanos de tiempo para acá, la desaparición y todo indican la probable muerte de 43 estudiantes, ¿no pudo haber significado en su momento una movilización contra nuestro propio terror promovida por los representantes del Estado y de la sociedad en su conjunto? Si 6 por ciento de la población en Francia sale a la calle como una manifestación de repulsa al yihadismo, ¿sería posible que en nuestro país tomara la calle aunque fuera la décima parte de ese porcentaje, lo que equivaldría a tres cuartos de millón de personas, para decir “ya basta” a los delincuentes (a todos)? ¿O acaso acá la libertad de expresión y el derecho a la vida campean sin problema? El Estado mexicano requiere una muestra contundente de apoyo social en su lucha contra la delincuencia, pero por lo visto en semanas recientes pareciera que cuando menos una parte no menor de la sociedad está más bien del lado de La Tuta o de Guerreros Unidos o de Los Rojos, o de los delincuentes de la Ceteg y de la CNTE. Quien detenta y debe hacer valer el monopolio en el uso de la fuerza y la aplicación de la ley está abandonado por sus propios ciudadanos.

A lo largo de toda Francia el sentimiento nacional se resume en millones de personas que se manifiestan de mil maneras para decir “soy Charlie” o “soy Ahmed”. Acá, ante la tragedia de Iguala, el hartazgo social se resumió en millones de personas que no solo decían “ser Ayotzinapa”, sino que creían y siguen creyendo que lo mismo debieran serlo todos los demás. Acaso ello refleja nuestro gen autoritario, ese que cree en la unidad a toda costa por encima de la diversidad y la diferencia genuina y honesta de opiniones, la que no sabe cómo digerir; ese que prefiere la unidad del asambleísmo ramplón a mano alzada por encima de cualquier proceso deliberativo que contraste opciones, hechos, argumentos. Ejemplo de nuestra tendencia a simplificar y equivocar las cosas en el camino es que en el evento del 27 de noviembre, aquel de la expectativa casi tan grande como lo fue al término la sensación de desencanto, de oportunidad perdida, tres veces repitió el Presidente la consigna del “todos somos Ayotzinapa”. Era un claro esfuerzo para conectar con los dolidos. Aunque ya para entonces era evidente que diversos grupos se escudaban en el nuevo mantra social para delinquir, la frase en labios del Presidente no parece haber tenido el más mínimo efecto, acaso porque nuestra sociedad ya no cree en lo que no quiere creer, acaso porque la empatía se detecta a leguas o no está presente. En todo caso, ni cómo decir ahora que no todos somos lo que dijimos que somos.

Miles de musulmanes en Francia cargan pancartas señalando “pas en mon nom”: no en mi nombre. Están diciendo lo obvio: los asesinatos para supuestamente vengar las afrentas al profeta no pueden justificarse ni presentarse como si hubieran sido cometidos en nombre del islam y sus creyentes. Disienten y se diferencian (claro, se están manifestando en Francia y no en Arabia Saudita o en los califatos…). Acá no habrá ningún normalista o miembro de las avanzadas progresistas que diga que los delitos que cometen quienes se escudan en la bandera Ayotzinapa no se cometen en su nombre. Faltaba más.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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