"Insensato, encarcelar por robos por hambre", decía ayer una nota de La Razón con opiniones de activistas, expertos y funcionarios. A raíz de algunos casos emblemáticos en fechas recientes, como el de Tairo Duque, encarcelado 22 días por robar cinco sobrecitos de crema para café, o el de Erick Najar, 35 días preso por robar dos manzanas y un refresco, una voz uniforme coincide en que es absurdo y contraproducente encarcelar a personas que actúan en estado de necesidad para satisfacer la imprescindible exigencia de alimentarse. Tengan o no alguna incapacidad física o mental. Es difícil estar en desacuerdo.
El dilema, inevitable, inicia cuando se consideran los detalles de las alternativas. ¿Pensar en una "amistosa composición" que consista en la devolución de lo robado? No aplica si el alimento ha sido ingerido pero, sobre todo, si no ha sido así se ha puesto "precio máximo" al robo, así sea por la causa acaso más legítima de todas, el hambre. Y no se necesita ser un genio para saber que cuando la pena máxima es el monto del robo mismo se genera un incentivo a cometerle. Total. No en balde en los probadores de tiendas de ropa alrededor del mundo es común encontrar un letrero que dice, más menos, "cualquier persona que sea sorprendida robando será procesada hasta el límite permitido por ley". En otras palabras, la devolución de lo robado no elimina el delito.
¿Qué hacer con segundos infractores que siguen padeciendo hambre? ¿Con la fianza que tendrían que cubrir para enfrentar el juicio en libertad? ¿Con aquellos que empleen algo de violencia en el acto del hurto? ¿Con las implicaciones para aquel local que un día sí y otro también es víctima del mismo tipo de robo? Ayer también, por cierto, Notivox informaba sobre el saqueo de una tienda en Palenque. Una foto muestra a una mujer sustrayendo un refrigerador. Éste va cerrado y no es posible ver qué lleva dentro. ¿Alimentos básicos y perecederos para mitigar el hambre de algunas personas?
Volviendo al inicio, ¿qué haría una persona hambrienta con cinco sobrecitos de crema? Seguramente ya tendría el café, cuando menos, por lo que aunque menor e intrascendente el robo parecería accesorio y no intrínsecamente ligado al hambre. ¡Ah! Pero como sorpresas tiene la vida, ahora hay quien pide castigo para los policías que lo detuvieron porque supuestamente lo molestaron al hacerlo. Claro que no debe haber abuso físico a un detenido ni tampoco abuso sobre la inteligencia de los demás (aunque sea poca). Si recordamos por un momento el llamado "dilema del innovador" —gobiernos o empresas exitosas que fracasan por tomar la decisión correcta... pero en el momento equivocado—, ¿cómo se van a resolver estos detalles con el nuevo sistema de justicia?
