Con la reforma energética están sucumbiendo una variedad de organismos monopólicos. De entrada, los dos más grandes y emblemáticos: Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Y de ahí en adelante, pasando por las gasolineras.
En ese contexto, viene la desintegración de un monopolio muy importante: el de la distribución, almacenamiento y comercialización de turbosina para los aviones, que hasta ahora controla Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA).
Con la liberación del precio de la turbosina se avecina la constitución de todo un engranaje que redundará en un nuevo mercado y figuras que participarán en todas las actividades relacionadas.
Trabajan coordinadamente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que encabeza Gerardo Ruiz Esparza, y directamente la subsecretaria del Transporte, Yuriria Mascott; Petróleos Mexicanos, ahora con Carlos Alberto Treviño; la Comisión Reguladora de Energía, que comanda Guillermo García Alcocer, y la propia Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), que dirige Alfonso Sarabia, además de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que tiene al frente a José Antonio González.
Bajo el nuevo esquema, las aerolíneas tendrán que contratar a quien o a quienes les puedan dar el servicio de almacenamiento, distribución y comercialización de turbosina más eficiente y económico.
La intención es alcanzar la apertura total del servicio y que ASA deje de ser el único que lo provee.
ASA vende alrededor de 3 mil 800 millones de litros de turbosina al año con un valor de 40 mil millones de pesos.
Ciudad de México concentra 40 por ciento del combustible que expende ASA y el de Cancún alrededor de 20 por ciento.
La venta de turbosina venía creciendo a una tasa de 7 por ciento anual y se espera que con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México crecerá a 10 por ciento.
El armado del nuevo entramado depende de muchos factores. Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores tendrán que autorizar una Fibra E para que entren las inversiones y participen los operadores.
ASA tendrá que disponer una “granja” en el nuevo aeropuerto y modernizar las existentes para cuando lleguen los comercializadores in to play.
La CRE tendrá que determinar el espacio de distribuidores finales de turbosina al avión. La CRE y ASA trabajan en un esquema para que la infraestructura esté disponible a precio competitivo.
Viene el desmantelamiento del monopolio de la turbosina, el insumo esencial para el negocio de la aviación.
Al tiempo.
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