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Alito debe irse del PRI

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Alejandro Moreno Cárdenas, -Alito para los cuates- sucumbirá en las próximas semanas a la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) debido a los fracasos que ha acumulado en los casi tres años que lleva al frente del otrora partido hegemónico, con 11 gubernaturas entregadas en su mayoría a Morena y otras a su aliado, el PAN.

La realidad es que han sido muchos los descalabros y las divisiones al interior del tricolor, como para que el ex gobernador de Campeche vaya de regreso a su casa, luego de la negativa actuación que ha tenido al frente del partido en el poder durante más de 70 años, al cual no ha podido ni siquiera darle el propio Moreno Cárdenas una presencia en casi toda la geografía nacional.

Y es que el tal Alito se ha querido reivindicar parte de las alianzas que incluso ha ejecutado en la Cámara de Diputados con sus homólogos del PAN y el PRD, que buscan también, ante la adversidad, una fuerza tripartita que lo sitúe de nueva cuenta y de regreso en la estructura de los institutos políticos con presencia nacional.

Por supuesto el PRI quiere estar con los partidos como Morena, que es hoy el ganador del revanchismo propiciado por los propios priistas que no supieron capitalizar, menos agradecerle a sus bases, los muchos triunfos obtenidos en buena lid en años pasados.

Ahora el PRI requiere de coaliciones que en años anteriores fueron despreciadas por esos dirigentes nacionales que hoy ya no forman parte ni de las estructuras, menos de sus consejos consultivos, que en las décadas de los 70 y 80 “eran la ley”.

Sin embargo, Moreno Cárdenas, con su declaracionitis, ha envuelto al tricolor en una serie de controversias que ha levantado en varios estados de la república, producto de su arrogancia y prepotencia y que sitúan al priísmo en caída libre, ya que el ex mandatario campechano ha dejado mucho qué desear en cuanto a la unidad de su partido.

No se necesita ser experto para saber que Alito debe ser sustituido por alguno de los líderes de las alas críticas del “líder”, por que no ha sabido ni siquiera mantener una hegemonía partidista en los estados donde el PRI era mayoría gracias al trabajo que desempeñó por largos años en todo el país.

Hay que mencionar que, con menos derrotas, Manlio Fabio Beltrones, un político de oficio y tiempo completo, sucumbió ante los embates de Miguel Angel Osorio Chong, secretario de Gobernación en el régimen de Enrique Peña Nieto, y quien quizá por envidia o porque no poseía la misma personalidad del propio sonorense, se encargó de ponerle en contra a los dirigentes de los partidos estatales, para que con la derrota de las elecciones Manlio Fabio se retirara ipso facto de la dirigencia nacional, como ocurrió hace cinco años.

Fueron seis los estados que perdió entonces el ex gobernador de Sonora, debido a los factores y a la grilla interna que desató entonces Osorio Chong, para retomar con su gente al todavía partido en el poder, ya que se sentía presidenciable para suplir a Peña Nieto.

Empero, las 11 gubernaturas que ha perdido hasta hoy Alejandro Moreno desde que asumió el poder del Revolucionario Institucional en agosto del 2019, serían suficientes como para que se vaya a su casa y le deje a los priistas para que tomen la batuta y designen éstos a alguien que busque la continuidad y quizá hasta intentar el tejido social que está roto al interior del tricolor desde hace muchos años.

Es urgente que la dirigencia priista adopte más y mejores medidas en beneficio de los que todavía creen en ese partido, que fue ejemplo de estructura y lealtad, de lo que hoy no goza ningún instituto político existente en el espectro nacional.

Y entonces así, con nuevos objetivos y caras jóvenes, sería factible recomponerse de cara a los comicios del 6 de junio de 2024, cuando se lleven a cabo los comicios presidenciales para elegir al mandatario que entrará en relevo de la actual Jefe del Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador.

Es cierto también que quizá en dos años no se recuperará de los escandalosos reveses que ha sufrido tras de que Peña Nieto, con su frivolidad y para salvar la cabeza del desastre que dejó tras de su sexenio, entregó la presidencia de México a López Obrador, quien dicho sea de paso, ha abusado de todos y cada uno de los priístas para descalificarlos e incluso llamarlos sin sonrojo, “traidores a la patria”.

Primero porque no han sucumbido a las amenazas veladas a la aprobación de la Ley Eléctrica y también porque no fueron artífices en el cumplimiento de hacer alianzas en la propia Cámara de Diputados y de Senadores.

Pero ese será otro objetivo que los priistas deberán discutir en el seno de su partido para recomponerlo hoy que está de capa caída y al borde del abismo, porque ni sus legisladores ni tampoco los gobernadores que presumieron siempre de contar con la magnificencia de Peña Nieto, fueron capaces de defender al priismo como lo hicieron cuando fueron nominados al cargo de mandatarios estatales.

No habrá sorpresas en cuanto a la remoción de Moreno Cárdenas, porque como dice en el argot del béisbol, su salida es bola cantada.

Será lo mejor que le puede pasar al PRI para tratar de recomponer y enmendar el camino que ha extraviado por la displicencia y la arrogancia del ex mandatario de Campeche, quien está peleado con todos por igual y hasta con su sombra. Así ni cómo ayudarlo.

Marco Antonio García Granados


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