En el restaurante del club de golf Santa Anita una mesa era escenario de una larga y elaborada conversación. Lo que se hablaba nada tenía que ver con el deporte de los bastones; se trataba más bien de una negociación para que un militante de Morena regresara a las filas de Movimiento Ciudadano y se sumará de lleno a la campaña para la gubernatura y los municipios metropolitanos.
A esa mesa estaban sentados Quirino Velázquez, padre del candidato a alcalde por MC; su hijo Gabriel (hermano de Gerardo Quirino), y el regidor morenista Alberto Uribe, acompañado de alguien de su confianza. El hombre que buscaba regresar a las filas naranjas era el propio Uribe, quien tras años de haberse distanciado de Enrique Alfaro y su equipo, veía en su futuro el regreso al partido y su incorporación a un cargo en el eventual gobierno de Pablo Lemus.
El fruto de esa conversación en el club de golf fue una posterior serie de charlas telefónicas con políticos emecistas locales y, al final, una visita a Casa Jalisco donde Uribe y el gobernador conversaron largo y tendido sobre cómo se operaría el regreso del morenista.
Tres personas que participaron en esta operación de retorno confirmaron a quien esto escribe la veracidad de lo que aquí se plantea. Todo estaba “planchado”, aseguran en declaraciones por separado, para que Uribe anunciara su incorporación a las campañas de MC… hasta que el actual regidor en Zapopan por Morena dio marcha atrás y avisó, por teléfono, que siempre no. Que se mantendría en las filas de la 4T y buscaría ser candidato a presidente municipal de Tlajomulco de Zúñiga.
¿Qué o quién hizo cambiar de opinión a Alberto Uribe? No hay mucha claridad al respecto, aunque personas que conocen los entretelones de Morena en Jalisco explican que fue Marcelo Ebrard quien convenció a Uribe de mantenerse en el partido, toda vez que la 4T ve en su persona al mejor candidato en ese municipio, el cual el político jalisciense gobernó como emecista entre 2015 y 2018.
En la cúpula de la administración alfarista, y en políticos de Tlajomulco, quedó la molestia del acuerdo incumplido, aquel que inició con una reunión en el restaurante del club de golf. Esa molestia, dicen, no se irá pronto.