La culpa es una emoción "negativa" que va de la mano con el miedo. Así como la angustia es el miedo acerca del futuro la culpa viene de algo que sentimos mal acerca del pasado. Cuando tenemos culpa siempre creamos formas de auto castigo, incluso la culpa misma es en sí misma un castigo y entonces ya no hacemos nada para resolver el asunto. Es, la culpa, una de las causas que desatan dinámicas de problemas, víctimas y perseguidores o situaciones complejas de sufrimiento y desánimo.
Tal parece que el propósito de experimentar la culpa (que es una emoción interna) es "protegernos" de movernos hacia adelante y tomar el siguiente paso (es decir, resolver el asunto externo que la provoca) y mientras más atención le damos a la culpa más reafirmamos su existencia y aumenta su intensidad. Usamos la culpa para tratar de controlarnos y exagerar la parte que jugamos en una situación, y cuando culpamos a otros, la usamos para controlarlos a ellos. Es decir, la culpa es un “ardid” de protección que inhibe nuestra acción responsable o una forma de “manipular” a los demás pasándoles la responsabilidad de la situación.
Podemos llegar a ser agresivos con los demás o rendirnos (víctimas); podemos, por otro lado, ser agresivos "pasivos" hacia nosotros mismos a través del sacrificio, no valorándonos adecuadamente y acentuando una pobre auto-estima y auto-imagen.
El mecanismo es fatal: cuando tenemos culpa nos sentimos mal, entonces actuamos mal o compensamos tratando de actuar muy bien, esta clase de "buen" comportamiento no trae recompensas, porque el comportamiento es acerca de "probar" que eres una buena persona cuando en realidad crees (o “sabes”) que eres culpable.
La culpa no nos permite hacer correcciones, porque “ordena” que debes castigarte por el problema en lugar de corregirlo. Como forma de auto-ataque o auto-castigo es una de las experiencias más auto-destructivas, e incluso puede hacernos llegar a rendirnos ante la vida y las relaciones que queremos, y en esa renuncia no podemos ser exitosos.
Podemos observar en qué aspectos nos estamos atacando o castigando o haciéndolo a otros. Es momento de corregir el error en lugar de estar atrapado en el círculo de culpa y castigo, mientras más nos castigamos peor nos sentimos, mientras peor nos sentimos más nos convencemos de nuestra culpa y entonces nos castigamos aún más. Mientras que nos atrapamos en este círculo el problema no se encuentra y, por tanto, no se puede resolver. Y lo peor es culpar constantemente a los demás y castigarlos sin reconocer la parte que nos toca. Es difícil, pero posible, poner la responsabilidad en el lugar que le corresponde.