La ansiedad es una emoción que como todo el mundo experimenta en algún momento y que ayuda a que el organismo se preparare para hacer alguna cosa importante.
La ansiedad genera una reacción psicofisiológica de activación del sistema nervioso central y aparece cuando hay que responder ante una situación que demanda un esfuerzo intenso o sostenido y sirve para activar y también para hacer frente a una amenaza o peligro que está ocurriendo en ese momento o que puede pasar en el futuro.
La ansiedad es una reacción normal y saludable en la mayoría de casos. Porque nos pone en “alerta”.
Podemos notar algunas sensaciones físicas como que el corazón va más rápido o la boca seca, y estas sensaciones van disminuyendo poco a poco en la medida de que los acontecimientos esperados van sucediendo.
En este caso estamos hablando de una ansiedad adaptativa, adecuada y que ayudar a estar en la circunstancia y tiempo apropiado «en cuerpo y alma».
Ahora, si mucho antes del acontecimiento esperado (por ejemplo, una entrevista o un examen) se experimentan esas sensaciones y tenemos pensamientos catastróficos como que el entrevistador va a ser muy duro o que no vas a ser capaz de responder a las preguntas del examen, esto sería ansiedad desadaptativa.
El hecho de sentir ansiedad es perfectamente normal, ya que, es natural experimentar ansiedad, pero también hay identificar cuando se genera de manera irracional y aprender a aceptarla y gestionarla.
Vivimos en una época en la que “esperar” se ha convertido en una mala palabra, hemos erradicado, poco a poco y en la medida de lo posible la necesidad de esperar para algo y el adjetivo de máxima actualidad es “instantáneo”.
Nuestras vidas están sometidas a la presión del tiempo, de recibir “rápido” lo que esperamos, parece que los ciudadanos de hoy ya no disponemos de tiempo para esperar.
Antes esperar era un placer, las salas de espera eran una especie de refugio, que nos hacían vivir el arte ya olvidado de la relajación, que hemos dejado, es decir, abandonado en el devenir de una vida apresurada y ansiosa con el fin de “ahorrar tiempo” para ir a otras cosas.
Antes disfrutábamos de un trabajo bien hecho, pacientemente logrado, cuidadosamente detallado, conseguido con ingenio, dedicación y habilidad.
Hoy tenemos que reaprender a esperar, a no ser alterados innecesariamente por el estrés de la ansiedad, aprender a abrir y cerrar las cosas a su tiempo y en su momento.