Ciencia y Salud

Alegría verdadera

  • Para Reflexionar
  • Alegría verdadera
  • Luis Rey Delgado García

La verdadera alegría está siempre en proporción directa con la amplitud y lucidez de nuestra conciencia. 

Cuanto más amplia y lúcida es, más profunda, verdadera y duradera será nuestra alegría. 

Aunque nuestros estados de ánimo son variables, la alegría que se fundamenta en la realidad firme y plena de nosotros mismos es real y estable. 

Llevar una vida recta, tiene su recompensa personal y social, en primera instancia genera tranquilidad de conciencia, pero especialmente genera alegría, alegría profunda que viene de encontrarnos con paz y serenidad en nuestro interior.

Ya los antiguos espirituales nos señalaban que el camino de la felicidad es el de las bienaventuranzas. 

Los limpios de corazón, los pacíficos, los que viven sin apegos malsanos. 

El hombre está hecho para la felicidad. Por lo tanto, nuestra sed de felicidad es legítima.

Es satisfactorio alcanzar una meta no obstante que nos cuesto esfuerzo y sudor. 

Concluir estudios nos alegra y nos posibilita para tener una profesión interesante, pero nos ha costado horas de estudio y desvelos. 

Y para los padres de un hijo con problemas, que éste los supere y se encamine a una juventud y madurez plenas es motivo de gran alegría; aunque hayan tenido que luchar con todas sus fuerzas, quizá durante años.

Por otra parte, el bien que buscamos nos produce alegría cuando no es pasajero, sino que perdura, como el amor, la amistad. 

Sentirnos en paz con nosotros mismos y con los demás es una alegría que brota del interior.

En cambio, es desgraciado quien sacrifica su ser más íntimo por deseos de cosas pasajeras, el que entra en contradicción con su corazón y pierde así la paz. 

“Es desgraciado quien tiene lo que quiere, pero quiere cosas malas”.

La alegría verdadera viene de una vida recta, moralmente bien orientada, no solo de hacer las cosas bien, sino de hacer cosas buenas y de compartir lo mejor de sí mismo con los demás. 

No hay que esperar estar alegre para hacer cosas buenas, sino que haciendo cosas buenas brota la alegría.

Afortunadamente existen entre nosotros personas verdaderamente alegres, gente buena, que les admiramos no solo por su valía, por sus cualidades de honestidad, trabajo, entrega, generosidad, sino también por su confianza, honestidad, respeto, compromiso, comprensión y aceptación. 

Lo cual les llena y nos llena de alegría.

La alegría verdadera pues, es posible, desde una consciencia lucida y un corazón bueno.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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