Debemos afirmar y sostener que el entusiasmo y la pasión son la llave de la felicidad y la alegría de vivir.
Pero desgraciadamente ésta no es una emoción disponible para todas las personas.
Algunos sienten que muy pocas cosas en la vida les despiertan pasión y emoción.
Hace años escuche decir de manera contundente a un profesor esta frase: “Actúa con entusiasmo y tendrás entusiasmo”.
Al escucharla en su momento no me hizo sentido, pero después me preguntaba si solo actuando así podría crear esa emoción.
Es decir, que si me proponía ponerle entusiasmo a mis tareas y a mis actividades me llenaría de eso mismo:
¡De entusiasmo! algo así como un movimiento mágico que me transformara, pero esto no funciona así, sino que es una alineación de pensamientos, sentimientos y acciones, pero en un orden diferente:
Descubrí que yo podía ser el responsable de mi entusiasmo.
No siendo solo las cosas las que me tenían que entusiasmar sino dándome cuenta que yo podía generar entusiasmo desde mis interpretaciones y diálogos internos que sostenía acerca de lo que estaba ocurriendo.
Aquel instructor al que le escuché decir la frase de “Actúa con entusiasmo y tendrás entusiasmo” lo que realmente me enseñó después de masticar la frase por algún tiempo es esto:
“Si piensas que para actuar tiene que impulsarte primero un sentimiento, te digo: actúa primero, que tu comportamiento generará el sentimiento y el pensamiento que falta”.
Es decir que la alineación o secuencia no siempre son en el orden de, primero pensamientos, luego sentimientos y posteriormente acciones, sino que en ocasiones funciona mejor primero actuar, después sentir y finalmente pensar cuando se trata de generar estados anímicos.
De tal manera, entonces, que podemos ser los generadores de entusiasmo por lo que emprendemos y realizamos, incluso cotidianamente, podemos elegir vivir desde el entusiasmo, no importa lo que hagamos podemos ponerle entusiasmo y “pilas”.
Nos podemos dar cuenta que es posible llenar cada momento de feliz entusiasmo, que sólo nosotros mismos podemos hacer que nuestro día sea significativo.
Quizá uno de los secretos de la vida, de la buena vida que todos podemos experimentar, sea que “no es hacer lo que más nos gusta, sino amar profundamente lo que hacemos”.
Lo que ocupa nuestro pensamiento, lo que nos ayuda a no solo esperar, sino propiciar tiempos mejores.
El entusiasmo que le inyectamos a nuestro quehacer cotidiano. Actuar con entusiasmo, ¡entusiasma!
El pájaro no canta porque es feliz, es feliz porque canta.