Si llueve sobre Ecovía se moja todo el sistema de transporte colectivo. Y también el futuro de la zona metropolitana de Monterrey, pues una ciudad como la nuestra no podrá sobrevivir sin sistemas adecuados de movilidad.
Estamos a punto de convertirnos en una ciudad estacionamiento. Y cualquier solución de vialidades para autos solo pospone (y en algunas partes) ese momento crucial. No queda más remedio que darnos prisa en el tema del transporte público.
El Metro es un gran sistema de transporte. Pero no somos una ciudad ni un país que pueda sostenerlo como una opción única ni como la opción principal. Ya lo vimos, las obras están detenidas. Por eso los BRT han tenido tanto éxito en toda América Latina.
Solo que en nuestro país no todos han sido tan exitosos como en la Ciudad de México o como en León, Guanajuato. Y ninguno ha sido tan desastroso como Ecovía.
El viernes pasado, Notivox Monterrey publicó que 10 de las 80 unidades de Ecovía se encuentran en calidad de chatarra. El servicio queda gravemente afectado, pues nunca se calculó que la empresa tendría su propia refaccionaria desarmando una parte de su flotilla. Más bien, tener 80 autobuses de una marca supone un mantenimiento continuo que nunca se hizo correctamente. No puede ser otra la conclusión.
¿Cómo llegó Ecovía a este estruendoso fracaso?
Sin duda hay decisiones equivocadas desde el origen. La relación entre los socios, entre ellos el Gobierno, nunca fue fácil. Y ha ido de mal en peor, al grado que el gobernador Jaime Rodríguez Calderón anunció una requisa el día de su Informe de Gobierno.
La requisa fue, como Notivox Monterrey publica hoy páginas adelante, objeto de litigio por parte de algunos socios.
A seis meses la requisa debería ya haber aportado algún resultado. No lo hizo y ha sido objeto de cuestionamientos por parte de diputados, ONG, partidos y usuarios. Entre otras cosas, porque la demanda les impide cualquier arreglo de fondo. A Ecovía le llueve sobre mojado. A toda la ciudad.
