Exhorto al exhortista: yo les pido a los diputados que no se opongan a las fotomultas. Que se opongan directa y exclusivamente a todo lo que haya de irregular en su licitación y a lo que encuentren de anticonstitucional en su puesta en marcha.
Pero ver a un diputado en el Congreso con una pancarta que dice llanamente “No a las fotomultas” o escuchar que estas son “perversas” causa aún más desconfianza que la que ya inspira en su trabajo.
Guardadas las diferencias de cada caso particular, lo mismo podría criticarse de las cámaras de vigilancia, de las multas normales, de la recolección de basura, de la presencia de antialcohólicas, de los patrullajes del Ejército, del cobro de prediales... de cualquier cosa. Si me apuran, hasta de los foto-polis de juguete que pusieron en avenida Vasconcelos.
Con este tipo de oposición a las fotomultas, en realidad escogen el camino fácil. Es ponerle un ingrediente de politiquería que les reporta algunos beneficios inmediatos pero que a largo plazo acaba con la legitimidad de todos.
Me queda claro que no todos los diputados piensan así. Pero uno que es ciudadano raso esperaría verlos a todos con pancartas que dijeran “Sí a las fotomultas”, con tales condiciones de transparencia, tales porcentajes de ingresos o tales condiciones de adjudicación.
Cierto, es necesario que haya garantías de audiencia al ciudadano tras ser sorprendido por una cámara, porque se puede prestar a abuso y porque la Constitución lo pide.
También es necesario que exista la transparencia requerida en cualquier tipo de licitación. Y que no abusen con los límites de velocidad demasiado bajos, porque eso sí hablaría de intenciones de fregar al automovilista.
Cumplidas esas condiciones, exhorto a que saquen sus carteles: “Sí a las fotomultas”, porque el exceso de velocidad ha dejado ya demasiados muertos y demasiados lesionados de por vida en esta ciudad. Aunque a los automovilistas nos cueste trabajo aceptarlo.
