La semana pasada, tras la victoria del Santos ante el León, publiqué: “el Santos tumbó al invicto, el Santos tumbó al equipo que mejor venía jugando en la Liga MX, el Santos tumbó al León.
El Santos fue, de principio a fin, muy superior a un equipo que venía jugando demasiado bien.
Un León comandado por un James Rodríguez a quien no le fue suficiente su magia para evitar que su equipo sucumbiera en el Territorio Santos Modelo.
La victoria del Santos es una inyección anímica de tal magnitud que bien se puede afirmar que el Santos ha despertado. El Santos está de regreso.
El equipo de Fernando Ortiz, desde el partido ante el Atlas y pasando por Monterrey, ha encontrado ya el futbol.
El Santos ha encontrado circuito y sentido entre sus líneas, existe entendimiento y los laguneros ya producen futbol, buen futbol. Victoria más que merecida”.
Hoy la historia es muy distinta. Santos fue goleado por Tigres. Pero hay que tener muy en cuenta el factor que terminó siendo determinante para que esto sucediera: las individualidades de Tigres.
Al igual que el Monterrey, Tigres tiene uno de los 3 mejores planteles de la Liga MX. El Santos, como ha pasado en varios partidos, no jugó mal.
Al contrario, jugó bien por momentos. Mientras el partido estaba cero a cero, el Santos se plantó bien el campo, armó juego interesante y estuvo al tú por tú contra Tigres. El autogol de Echeverría fue muy accidental, demasiado circunstancial.
Después el golazo de Brunetta, cuando el Santos trataba de salir de la zona de shock, terminó por quitar toda esperanza.
A partir de ahí Tigres hizo lo que quiso con el partido.
El Santos estaba ya en la lona y con varios cables cruzados en su cerebro. Sí, el equipo ya no da lástima como al inicio del torneo; juega bien, arma futbol, pero no le alcanza con el plantel que tiene.
Esperemos que Barticciotto ya juegue el próximo partido.
Queda una sensación extraña, pues tras la euforia ente León, nadie se esperaba una caída tan estrepitosa como la que significó el 3 a 0.
El Santos ha mejorado, de eso no hay duda, pero lo del sábado nos vuelve a poner los pies sobre la tierra y nos deja el mensaje de que el Santos no está, ni estará ya, para grandes cosas.
No, el Santos hace tiempo vive una realidad que parece estará estacionada durante un tiempo indefinido.
El equipo de Ortiz solamente puede aspirar a mejorar futbolísticamente sobre sí mismo.
Tal vez, muy de vez en cuando, el equipo logre darle una alegría a su afición, como sucedió ante León. Pero eso, queridos aficionados, será muy de vez en cuando.
