Este triunfo no pertenece al CEN Nacional del PRI. Pertenece únicamente a Miguel Riquelme.
El cual, ha hecho más por su partido que el mismo Alito Moreno y su círculo cercano.
De inicio, ha plantado cara al presidente de la República, sólo y como integrante de la Alianza Federalista, en varios temas:
la crisis económica inducida desde gobierno federal en la Región Centro-Carbonífera; la falta de apoyo presupuestal para combatir la pandemia; la discrecionalidad de AMLO para distribuir las partidas presupuestales acordadas; la intentona por erradicar el uso de energía renovable; la desaparición de los fideicomisos y la exigencia de adecuar el Pacto Fiscal a las realidades del Siglo XXI.
Además, ha logrado mantener con altibajos, por la pandemia, la inversión y el empleo en Coahuila; y de manera puntual, ha blindado el estado de la inseguridad pública.
Este buen resultado electoral para el PRI, es resultado de cinco variables: una percepción de gobierno positiva; una selección de candidatos robusta; una estructura electoral disciplinada; una relación entre beneficiarios de programas y PRI estricta y un andamiaje legal contra litigios postelectorales sólido.
Esta victoria maciza no hubiese sido posible sin las limitantes de sus adversarios.
El partido del Trabajo, el Verde, el PRD y Movimiento Ciudadano son partidos parásitos que se alimentan de otros partidos para sobrevivir.
Ellos, por sí mismos, valen poco o nada por su ausencia de profesionalismo partidista y trabajo territorial. Por ello, ninguno alcanzó un segundo lugar en las votaciones.
Su votación fue tan baja que ni la sempiterna líder moral del PRD, Mary Thelma Guajardo, alcanzó diputación plurinominal.
Tampoco Raúl Sifuentes, exsecretario de gobierno, lo logró con Movimiento Ciudadano.
¿Qué sucedió con el partido de la Revolución Coahuilense y Unidos; los dos pequeñuelos de reciente registro? En 2021: ¿qué sucederá con el PAN, Morena y UDC? ¿Es replicable este triunfo para el PRI Coahuila ese año? ¿Puede extenderse a nivel nacional? (Continuará).