Del 6 al 14 de junio emergieron, a lo largo y ancho del país, mil 800 manifestaciones para protestar contra la política migrante de Trump.
Y cada una ellas, enarboló el lema “No Kings” (No queremos Reyes en EU) para caminar y gritar desde su corazón e inteligencia; “Trump debe irse ahora” en las calles de Los Ángeles, Austin, Boston, Chicago, Dallas, Pensilvania, Houston, Las Vegas, San Antonio, San Francisco, Nueva York y Madison, Wisconsin entre otras ciudades de EU.
¿Cómo explicar el encono trumpiano contra los migrantes y los Ángeles? Trump afirma la consistencia entre sus promesas de campaña y su ejercicio de gobierno para ampliar y polarizar su electorado, integrado por 55% de población anglosajona vs 45% que no votó por él, 45% hispana o latina vs 55% y 38% asiática vs 62% que tampoco lo eligió.
También busca distraer al electorado en tres aspectos de política interna: (1) evitar que su ruptura con Elon Musk provoque una pérdida de confianza de los inversionistas en EU.
(2) Impedir críticas por su política fiscal que ha beneficiado a grandes empresarios y multimillonarios y por las exoneraciones fiscales millonarias otorgadas, en particular, a la industria automotriz, para compensar los aranceles impuestos.
(3) Eliminar cuestionamientos por los recortes significativos en el sistema de salud por 11 mil millones de dólares que afectará a programas clave: Medicaid (salud para personas de bajos ingresos), investigación médica (mil 660 proyectos cancelados) y salud pública (salud reproductiva).
Los Ángeles es, además, el bastión progresista anti-Trump de la costa oeste de EU y su gobernador, Gavin Newsom, desde antes de los disturbios ya era considerado fuerte candidato demócrata a la presidencia en 2028.
El éxito distractor de Trump es momentáneo. Prendió ya la chispa de la insurrección al interior de su país en estados puntuales con larga experiencia para organizarse y manifestarse de forma masiva.
Por ello, cualquier intento de represión avivará la hoguera; mientras esperan estos conflictos globales:
Rusia y Ucrania, OTAN y la Comunidad Europea, China, Corea, Medio Oriente y la disputa por el Canal de Panamá y Groenlandia.
Sin duda, los ángeles parieron demonios que tarde o temprano devorarán a Trump.
La esperanza es qué el costo no sea alto para los estadounidenses y la humanidad.