Política

Quieren modificar la Ley General de Salud

Y desaparecer las instituciones psiquiátricas.

Otra vez alguien, muy probablemente de la Secretaría de Salud federal, tiene otra iniciativa que se presta a una gran polémica porque, al modificar la Ley General de Salud y desaparecer las unidades psiquiátricas, un millón 600 mil personas quedarían desprovistas de ese servicio, más las que atienden en el IMSS, ISSSTE, etcétera. Ésta es una cantidad impresionante, con lo que esta medida causaría un enorme problema social.

Aparte de lo aquí señalado, existen 12 millones de alcohólicos en México y muchos de ellos, según la definición de la OMS, pueden catalogarse como enfermos mentales. Además, el 30% de la población adulta tiene, en alguna época de su vida, depresión o ansiedad, y estos síndromes requieren atención psicológica y psiquiátrica.

Y como la pandemia generó aislamiento, esto agravó tanto la depresión como la ansiedad a nivel del hogar y se extendió a la niñez, no existiendo instituciones psiquiátricas pediátricas para atender a los niños, ni tampoco a los adultos, que lo tienen por crisis, incrementándose también el alcoholismo, con lo que aumentaron la violencia familiar, las crisis hogareñas, los divorcios y muchas patologías que son consideradas enfermedades sociales, pero que tienen una génesis causológica en las estructuras del sistema nervioso central y por ende requieren atención psiquiátrica especializada.

Yo no sé a quién se le ocurrió lo aquí señalado, pero después de observar los errores del secretario, que no vacuna a sus nietos; o del subsecretario, que manejó mal la pandemia, según instancias internacionales, es mi obligación señalarlo, porque en el mundo actual las enfermedades mentales son factores de patologías sociales, del trabajo y de la economía.

Es increíble la contradicción de esa propuesta, porque mientras en otras partes del mundo se está avanzando en las neurociencias y en nuestro país también se detectan precozmente las enfermedades mentales, con base en el reconocimiento a través de la imagen de resonancia magnética nuclear o de la neuroquímica, observando los cambios en la serotonina, dopamina y acetilcolina, con el fin de investigar cuidadosamente todas las causas y los efectos que tienen las enfermedades mentales sobre la neurofisiología cerebral.

Es de recordar que en los países altamente desarrollados se ejercen grandes presupuestos para este objeto, mientras que en el nuestro queremos, con la excusa de reducir el gasto, cerrar las instituciones psiquiátricas, que mal o bien cumplen una función muy importante, que es la de atender este tipo de enfermedades que muchas veces excluyen a los seres humanos del trabajo, de la vida pacífica del hogar, o del ejemplo que tienen que dar a sus hijos. En fin, para todos los aspectos importantes de la sociedad.

De allí que llama la atención que en nuestro país estamos soslayando estos valores del comportamiento humano y social en aras de un ahorro mal entendido, mientras se gastan grandes cantidades en obras que tal vez en el futuro serán ornamentales y que no tienen la aplicación social que existe en el tratamiento y cuidado del órgano máximo de la anatomía humana que es el cerebro. Pero bueno, la ciencia se está olvidando en aras de la política; eso me produce tristeza y nostalgia de otras épocas.

Descartes: Pienso, luego existo… La excusa para ahorrar no justifica, en este época de las neurociencias, atentar contra la salud mental, que es imperativa en una sociedad civilizada.

Luis Eugenio Todd
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