Recordemos que ésta es la época de la informática.
Hace algunas semanas me permití insistir en que un intelectual podía gobernar mejor que un político tradicional y como me llovieron críticas en las redes sociales, les pregunté a algunos de mis amigos intelectuales de la ciudad de México sobre el tema y todos estuvieron de acuerdo en que en nuestro país, los intelectuales no pueden gobernar bien, porque no están integrados a la realidad popular y costumbrista de nuestra nación.
Muchos de nosotros recordamos a uno de los mejores políticos que ha gobernado Nuevo León, que apenas terminó la educación primaria y fue un gran líder nacional y un gobernador ejemplar. Me refiero a don Alfonso Martínez Domínguez, quien presumía que su instinto y sensibilidad, así como el conocimiento real de las personas, le permitía entender mejor la política convencional.
Ahora estamos en otra época, la de las computadoras y de la robótica, y está demostrado que una computadora pudo ganarle al mejor jugador de ajedrez del mundo y que los robots tienen múltiples funciones que desarrollan con eficiencia; no tienen compromiso con nadie y todavía no aprenden el pecado de la corrupción, por lo que quizás serían muy buenos gobernantes.
Los robots, por ejemplo, pueden cocinar comida saludable, como lo propone Moley Robotics; interactuar emocionalmente como Pepper de Soft Bank Robotics; pueden parecer personas, como lo ha hecho Hanson Robotics; tienen gran balance y agilidad, como ASIMO de Honda y también pueden manejar una motocicleta, como Motobot de Yamaha, lo que les permitirían actuar con frialdad, eficiencia y sin intervenir en la problemática individual de cada persona, pero sobre todo, quizás serían mucho más eficientes en el análisis de los problemas y tendrían las alternativas para solucionarlos.
Creo que sería bueno pensar en que un gobernador tenga a su lado un robot multifuncional para que le dé respuestas rápidas sobre alternativas para solucionar problemas y sería además como el vigilante del gobierno, para evitar que éste cometa errores, practique la demagogia y otros demonios de la política. Si a esto le agregamos una buena computadora, quizás tendríamos un gobernante que tuviera la capacidad de analizar las reacciones negativas de la visita de Trump.