Solo la educación funciona.
Recientemente se despertó una polémica, ahora por parte del subsecretario López-Gatell que, desviando la atención, señaló que los refrescos y los carbohidratos, que producen obesidad, son los responsables de la alta mortalidad por covid-19. Esto se agravó con la aprobación en Oaxaca de la prohibición de su venta a los niños, sin precisar cuál es la comida chatarra, lo que fomentará el mercado negro y perjudicará a los pequeños negocios, no a los grandes.
Todo eso me recuerda otros años en que se han prohibido esas ventas en las escuelas y no ha bajado la frecuencia de obesidad en los niños. Prohibir no funciona y menos en el México desobediente, que no es como los orientales. Eso se demostró desde la veda alcohólica en 1920 en USA, y también con la mariguana y las drogas. Ahí no está el problema.
La única solución, que ya se estudió y practican muchos países, como Italia, Francia y Japón, es el aprendizaje de una buena alimentación y eso solo se logra a través del sistema educativo y la familia, desde la infancia y con publicidad permanente del riesgo.
Descartes: Pienso, luego existo… No desviemos la atención. Prohibir no funciona, educar sí.