La nominación de Rosario Piedra es absurda
Al margen de que todo el proceso para nominar a la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos fue un fraude democrático dentro del Congreso de la Unión, producto de la orden del Presidente de poner a alguien que es hermana de un guerrillero preparado para matar, violentar, poner bombas y que asesinó, entre muchos empresarios, a Eugenio Garza Sada y también a Aranguren, junto con otros que fueron entrenados en Rusia, en la Universidad Patricio Lumumba y en Cuba. Es decir, ellos tomaron su riesgo.
Por supuesto que todos comprendemos que la mamá de este muchacho haya sufrido, y su esposo, que fue mi gran maestro de embriología, era un comunista recalcitrante, e infiltró, con su ideario, a sus hijos, y ahora una de ellos está enseñando la fotografía de su hermano, que murió hace más de 45 años, porque en aquella época los terroristas tenían que sufrir el proceso del riesgo de muerte, para evitar que secuestraran aviones o mataran tantos policías y autoridades o bancos, como lo hicieron.
Ésta es la realidad y aunque todos sufrimos con la muerte de estos jóvenes, ellos sabían lo que estaban haciendo, pues su lucha incluía, entre otras cosas, guerra de guerrillas, asaltos a bancos y secuestros.
Todo eso influyó para que se nombrara para estar al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a una persona que, a lo mejor, es muy buena gente, pero que no tiene la capacidad, ni tampoco reúne los requisitos para ocupar un puesto de tal envergadura.
Pero además violenta la ley, porque es miembro de un partido político, militante activa y partícipe y va a ocupar una posición dependiente del Ejecutivo, cuando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, derivada del ombudsman, figura que nació en Suecia, debe ser una institución totalmente autónoma y crítica del gobierno, y no amiga del Presidente en turno, como sucede en la actualidad.
DESCARTES: Pienso, luego existo… Otra vez se violenta la ley y se centraliza el poder. Ya no hay derechos humanos que cuidar, porque no hay quién los cuide.
