Lástima que el Congreso federal esté equivocado.
Recientemente se aprobó seguir el ejemplo de Chile y otros países, para poner advertencias en productos alimenticios contra el sodio, las grasas saturadas, el azúcar, etcétera, con el fin de disminuir la obesidad, que tantos problemas de salud pública causa en nuestro país. Muy loable la intención, pero así no se combate la obesidad.
La OMS dijo que este método no ha tenido efecto en otros países, pues las prohibiciones tienden a generar una reacción que anula la intención original. Por supuesto que en un país donde el 50% de los alumnos de secundaria reprueba matemáticas y lectoescritura, no fácilmente se comprende lo dañino de las grasas, el sodio y los azúcares. Eso lo saben los endocrinólogos y los nutricionistas.
Cuando el Congreso toca temas científicos sin consultar, los resultados son contradictorios y aunque esperamos que algo de esto sirva, nuestra formación médica nos dice que solo están sembrando de piedad el camino al infierno de la obesidad y sus consecuencias.
Descartes: Pienso, luego existo… La medicina es cosa seria; no puede ponerse en manos de los políticos.