Conocí a Donato Saldívar desde que era estudiante, porque fue mi alumno y después lo veía muy frecuentemente cuando fue director de la Facultad de Medicina de la UANL; recibiendo de él especiales atenciones en momentos cruciales de mi vida. Estas atenciones las han tenido también para conmigo el doctor Jesús Áncer y quienes le siguieron al frente de la Facultad: Santos Guzmán y ahora Edelmiro Pérez.
A Donato nunca lo voy a olvidar porque la amistad se ilumina y florece cuando en épocas críticas alguien te tiende la mano, sin interés y recuerda vivencias del pasado con particular profundidad. Gracias a él, yo me reinstalé a la Facultad de Medicina y después, tanto Jesús Áncer, como los subsecuentes directores, me han mantenido ligado a la que es mi alma máter.
Donato estará en mi memoria, mientras yo viva, como alguien especial, pues aparte de haber sido un ginecólogo distinguido y director de la Facultad de Medicina, supo ser amigo de verdad, sin que un aderezo de interés le quite lo genuino a la bella amistad.
Este evento representa la pérdida de un director que iluminó el hospital Universitario y la escuela con su creatividad, y dejó huella para que otros jóvenes prosiguieran y lograran la transformación más radical que yo he visto en mis últimos años, pues la Facultad de Medicina y el hospital Universitario ahora son ejemplo de modernidad, calidad y el HU es calificado, gracias a estos jóvenes directores, como el mejor hospital general del país, dado el alto nivel de excelencia profesional y magisterial de sus profesores.
Donato tuvo una grave crisis de salud y salió adelante, siempre con la lealtad y explosión de generosidad de una dama que lo acompañó y actualmente seguramente vivió los últimos momentos de angustia de la premortalidad. Yo estoy muy triste porque se han muerto muchos de mis amigos, pero a Donato le dedico un espacio muy fino en el quehacer de mi memoria y en el encuentro existencial con los seres humanos, que es parte de nuestro proceso del arte-ciencia del vivir plena y profundamente.
Descartes: Pienso, luego existo… Le doy un abrazo particular a la licenciada Cristina Díaz, quien fue su leal compañera en los últimos años de su existir.