Difícil antítesis.
Yo creo que en nuestro país ha habido varios tipos de elección avanzada; es decir, anuncios previos que van a terminar con una realidad que ya es conocida y eso empezó desde Benito Juárez y Porfirio Díaz, y se hizo como un monolito, previamente conocido, durante la época en que Plutarco Elías Calles definió el área de las instituciones, desplazando a los militares. Allí nació el PRI o sus antecedentes, y hubo una pre-elección bien conocida.
Bruscamente la fórmula particular de ser de Zedillo y quizá el conocimiento temeroso de la historia, hizo que se iniciara otra época: la de la alternancia. Así ganó el PAN y posteriormente ha habido cambios, hasta llegar al actual Presidente, que lo es por la alternancia y por las elecciones libres que fueron implementadas gracias al Instituto Federal Electoral y a procedimientos de vigilancia y supervisión de la acción pública. En esa época estamos.
Pero parece haber un cambio y es que existe una aceleración del proceso y una regresión a una conocida fórmula de resultados, que el mandatario actual ha acelerado, mostrando sus preferencias y dejando solo y fuera al presidente del Senado, Monreal, quien por más que lucha por una democracia de partido, no logra conseguir que esto suceda
La visión actual es que va a haber solo tres candidatos y por supuesto una decisión unipersonal, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México; el secretario de Relaciones Exteriores y un buen amigo del Presidente que es secretario de Gobernación, dejando afuera cualquier otra posibilidad. Al menos eso parece y yo tengo riesgo siempre de equivocarme; pero los síntomas producen el diagnóstico y pronostican la enfermedad.
Esto va a generar una reacción porque, como todos sabemos, de una acción viene una reacción y el país está más civilizado que al inicio del siglo XX y, obviamente, que va a reaccionar. Pero la única forma de reacción, porque no tienen otras alternativas, es la unidad de la oposición, total y absoluta. Porque si es parcial, el resultado ya es conocido; y si es total puede haber fragmentos melancólicos del recuerdo de la alternancia, más aún si se conserva el Instituto Nacional Electoral tal y como está.
Pero como esto se ve difícil, la única alternativa es el sacrificio de las ideologías, si es que alguna vez existieron, y la unidad de todos los partidos, corrientes políticas y grupos empresariales y cívicos en favor de una sola corriente o de un solo individuo, que pueda hacerle contrapeso a la figura numérica del Presidente y de su política, pues sabemos que esta gira en torno a los designios de una persona o partido, que para el caso es lo mismo, lo que nos puede conducir a seguir con lo que se ha llamado la fórmula de la 4T.
Sacrificar y ceder no es fácil, y menos aún en hacer fragmentación del poder, en favor de la unidad de lo que es la verdadera democracia; o sea, las diferencias, y crear un nuevo sistema que permita una verdadera elección que conduzca a la realidad y no a una elección con conocimiento avanzado de los resultados de la misma.
Descartes: Pienso, luego existo… Sacrificar y ceder no es fácil, pero es factible; quizá le convenga al país probar esta nueva medicina, porque los otros medicamentos no nos han conducido a lo que verdaderamente México merece y que es una democracia, por lo que debería estar ubicado en el concierto de las naciones.
Luis Eugenio Todd