The Economist nos desnudó.
Aristóteles describió el diagnóstico de la política y siempre la ligó a la ética y por supuesto la capacidad de servir, de dar, concentra muchos de los valores de la dignidad y de la ciencia del sentir y del pensar humano; él generó la Constitución de Atenas.
Este personaje describía al hombre como un animal político que buscaba la felicidad y el bien. Por lo tanto, el propósito de la política es descubrir la fórmula de la felicidad humana y de las instituciones sociales, para colaborar en encontrar esta bella utopía.
Él decía que el Estado es una creación de la naturaleza social y una evolución orgánica de la familia, lo que propicia justicia y que eso era lo que nos diferenciaba de los animales; lo consideraba una acción lógica con método, produciendo a un hombre libre y generando, organizadamente, beneficios para la comunidad.
Por eso clasificaba las formas del Estado en tres categorías: la monárquica, la aristocrática y la constitucional; todas antítesis de la tiranía, la oligarquía y de la centralización del poder, y por supuesto enemigos de la mentira y siempre dentro del marco de la excelencia moral; con la educación como virtud necesaria para generar una actitud de comprensión, entendimiento y antítesis de la avaricia, la concentración y de la mentira.
Todas estas digresiones tienen que ver con la crítica de The Economist, revista prestigiada que nació en 1846, considerada como la mejor del mundo, que nos acaba de señalar que la consulta está hecha en forma ilegal, absurda y complaciente, para hacer un juicio etéreo sobre los ex presidentes; todo eso sobrepasando el concepto de la ley, pues en ella ya existen mecanismos para ver el bien y el mal, y hacer el juicio y el castigo, y nos compara en el lenguaje de la consulta con Cantinflas.
Nuestro célebre mimo, Mario Moreno, se hizo famoso por hablar en una forma en que aparentemente vivía sin importarle la vida de los demás y expresarse a través de una serie de sofismas o de verbo confuso que no conducía a nada, pues como decía él: “Bueno, pues mire, soy, pero la verdad es que no soy. Más bien quiero seguir siendo, pero tampoco quiero seguir siendo, porque no soy y entonces al no ser, no puedo seguir siendo”. Con los errores de mi memoria, esas eran sus expresiones.
Yo considero que el Presidente es un hombre inteligente que tiene una razón para meternos en una consulta que no llevará a ninguna parte, aunque exista el deseo inconsciente y la actitud del escándalo. Esto nos produce risa, en torno a los que nos gobiernan. En fin, esta revista nos hizo un preciso diagnóstico con ese término que no debemos aceptar en el corazón, pero que tiene mucha razón.
Yo sé que juzgar a cualquier persona es encontrarle algo malo. Por eso juicios en abstracto muestran que todos nuestros ex presidentes, incluyendo a Guadalupe Victoria y por supuesto a Iturbide, y paseándonos por Juárez y Porfirio Díaz y hasta Madero, que era un ingenuo, y Cárdenas, han tenido defectos que criticarse. Por eso existen leyes para juzgarlos y no consultas confusas que, como diría Cantinflas, nos van a conducir a encontrar culpables, pero que no son; porque si fueran, pues no serían lo que realmente son.
Descartes: Pienso, luego existo… La consulta fue hecha para enseñar que no queremos ser corruptos, pero quizá también para distraernos de los tremendos problemas que está viviendo el país, por tratar de gobernar con base en una sola forma de pensar, con objetivos que no aprovechan la modernidad de la época en que vivimos.
Luis Eugenio Todd