Política

Facilitar la transición al primer empleo

  • Columna de Luis Durán
  • Facilitar la transición al primer empleo
  • Luis Durán

Recientemente el Centro de Opinión Pública de la UVM presentó la Encuesta Nacional de Egresados, una herramienta que busca conocer la trayectoria laboral de los graduados de instituciones de educación superior del país.

En esta primera entrega, a partir de la información provista por cerca de 10 mil participantes, se puede conocer, entre otras cosas, cuánto tardaron los egresados de la educación superior en emplearse, cómo consiguieron su primer trabajo y bajo qué condiciones y salarios lo hicieron.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, 48 por ciento de los egresados afirma que una de las dificultades para encontrar trabajo fue no tener la experiencia adecuada. Ello quiere decir que aunque algunos estudiantes hayan hecho una buena carrera y tengan calificaciones satisfactorias, al graduarse de la universidad se encuentran con que sus estudios no son suficientes para encontrar trabajo. Por increíble que parezca, y habría que cambiarlo, a los recién egresados de licenciatura el mercado laboral les pida “años de experiencia profesional”.

Otro hallazgo interesante es que 28 por ciento consigue su trabajo por medio de la recomendación de un amigo o familiar, siendo este porcentaje mayor en el caso de las universidades privadas (34 por ciento), que en el caso de las públicas (24 por ciento). Esto implica que desafortunadamente para muchos la meritocracia no juega un rol dominante en la inserción al primer empleo.

El servicio social, las prácticas profesionales o pasantías de la empresa representan la segunda forma de emplearse para los egresados, en este caso con un papel más preponderante en las universidades públicas (26 por ciento) que en las privadas (18 por ciento).

Llama la atención el bajo porcentaje de egresados que encontraron su primer empleo mediante la bolsa de trabajo de la misma universidad (7 por ciento) y ferias de empleo, apenas 1 por ciento.

Una de las conclusiones que hay que reflexionar sobre estos datos es que los esfuerzos que hacemos universidades y gobiernos en este ámbito no tienen un impacto eficaz en empleabilidad y que es necesario promover mecanismos para mejorar la transición de la universidad al primer trabajo.

Al respecto, un reporte elaborado por McKinsey, que aborda el tema del alto nivel de desempleo entre los jóvenes y la dificultad de los empleadores alrededor del mundo para encontrar candidatos con las competencias adecuadas, encontró que el tránsito de la escuela al empleo es sumamente complicado (Mourshed, M., Farrell, D. y Barton, D. Education to Employment: Designing a System that Works. McKinsey. Diciembre, 2012: https://goo.gl/ZNYvgk).

Uno de los retos que enfrentan los estudiantes es que no hay suficientes oportunidades para que todos los alumnos tengan un aprendizaje práctico. Después de analizar programas de empleo exitosos y novedosos en varios países, McKinsey señala que es indispensable estrechar la vinculación entre las instituciones de educación superior y el sector productivo y que las alianzas más exitosas entre estos actores se establecen por sector industrial y a escala regional.

El reporte enfatiza también que el modelo más común para facilitar la inserción de los egresados de la educación superior al mercado laboral son las prácticas profesionales durante los veranos, las cuales tienen importantes ventajas. A los estudiantes les permite aplicar sus conocimientos y complementar el aprendizaje del aula con una experiencia práctica.

Es también una oportunidad para adquirir o mejorar las soft skills o habilidades blandas, que son justamente aquellas que los empleadores reportan más escasas entre los egresados de la educación superior, como es el caso de la comunicación oral y escrita, la puntualidad, el trabajo en equipo o la capacidad de tomar decisiones.

De igual forma, les da un valor agregado a su currículum y les abre la posibilidad de que los contraten de tiempo completo una vez que finalicen sus estudios. Para las empresas, es una buena oportunidad de ver cómo trabajan los egresados y con base en ello decidir si ofrecerles una oferta de empleo.

En otros países las prácticas profesionales o internships son muy comunes. En Estados Unidos, de acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores (NACE), los estudiantes que se gradúan con experiencias de pasantías, en general, son más propensos que los estudiantes sin este tipo de experiencias a encontrar empleo al terminar sus estudios.

De acuerdo con una encuesta llevada a cabo en 2016, 81 por ciento de los graduados en ese país reportó que las pasantías les ayudaron a asegurar un empleo de tiempo completo de manera significativa (Saltikoff, N. The positive implications of internships on career placement outcomes. National Association of Colleges and Employers, 1 de mayo de 2017: https://goo.gl/KK9izw).

Para facilitar la transición de los egresados de la educación superior a su primer empleo, se deben explorar diferentes mecanismos que contribuyan a que este proceso sea más útil para estudiantes y empleadores.

Una forma muy efectiva es incentivar que las empresas ofrezcan programas de prácticas profesionales, ya sea remunerados o no remunerados, durante periodos de tiempo limitados (por semestre, en el verano, etc.), sin que ello afecte su desempeño académico. Ello contribuirá a mejorar la empleabilidad de los jóvenes y la productividad en México.

*Presidente y director de Laureate y de la Universidad del Valle de México

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