Recientemente se desató un debate entre dos líderes de la innovación en el planeta, los señores Mark Zuckerberg y Elon Musk, sobre la inteligencia artificial y sus implicaciones.
Musk, CEO de Tesla, considera que la inteligencia artificial es una de las principales amenazas que enfrenta nuestra civilización y que es urgente regularla, mientras que Zuckerberg, creador de Facebook, es más optimista y cree que esta tecnología futurista mejorará las condiciones de vida y el bienestar de buena parte de la población en el mundo.
Estas diferencias revelan la enorme discrepancia en la percepción de los alcances que esta tecnología puede tener, incluso entre los líderes de dos gigantes tecnológicos de nuestra era. Sin embargo, es claro que nadie sabe a ciencia cierta los alcances y límites de la inteligencia artificial, como nadie imagniaba hace apenas 20 años la capacidad y el poder, literalmente, que tendría un aparato telefónico.
Para poner en perspectiva el tema, basta con mirar algunos ejemplos de lo que se ha logrado a través de la inteligencia artificial.
La automatización y la robótica están reemplazando cada vez más tareas humanas —incluso superándolas—, que se están aplicando en sectores tan diversos como el servicio al cliente o la medicina.
Skype Translator traduce en tiempo real las conversaciones entre personas que hablan en distintos idiomas. Watson Health de IBM permite a los oncólogos recibir recomendaciones personalizadas para cada paciente basadas en todo el conocimiento disponible en el mundo sobre su padecimiento, prácticamente en tiempo real. Los robots creados por Amazon seleccionan y transportan las mercancías por los almacenes.
Hemos visto, incluso, casos en que las máquinas superan a sus creadores, como el caso reciente de los agentes inteligentes o chatbots desarrollados por Facebook para imitar las acciones humanas que de pronto comenzaron a crear su propio lenguaje.
Las aplicaciones de la inteligencia artificial, que ya rebasan lo que hemos visto en películas de ciencia ficción, continuarán sorprendiéndonos e impactando cada vez más nuestras vidas.
Todos estos cambios sin precedentes implican una serie de desafíos económicos, políticos y sociales. En primer lugar, uno de los principales retos de la inteligencia artificial es la eliminación de miles de empleos. Compañías como Google y Amazon estiman que en menos de tres años 85 por ciento de las interacciones de personas con compañías serán a través de sistemas de machine learning.
El reemplazo del trabajo humano por las máquinas es una realidad que seguirá acelerándose, y para enfrentarla es necesario tomar cartas en el asunto lo más pronto posible.
La educación en todos niveles debe estar enfocada en las competencias y habilidades que se demandarán en un futuro, tales como el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, junto con la educación tecnológica que también será fundamental para enfrentar esta transformación.
Con la expansión de la inteligencia artificial surgen también dilemas éticos y morales, pues las máquinas y los algoritmos no distinguen el bien del mal.
La utilización de robots teledirigidos para actividades de seguridad pública o seguridad nacional, el hecho de que un vehículo autónomo cause un accidente con víctimas, y muchos otros ejemplos en este mismo sentido serán parte del debate y la reflexión a medida que la inteligencia artificial avanza, y se construye un consenso sobre cómo y hasta dónde regular en la materia.
De igual forma, la inteligencia artificial representa un desafío para la noción de privacidad. Cada interacción de los usuarios en las plataformas electrónicas, en las redes sociales, las búsquedas de información, los mensajes enviados y recibidos, los registros de compras y servicios electrónicos, todo ello va generando una huella digital en la red.
Según Michael Kosinski, profesor de Comportamiento Organizacional de la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford, las computadoras están mejorando en convertir estas huellas digitales (que integradas en una misma base de datos se conocen como big data) en conocimiento sobre el perfil psicológico de las personas, que permiten hacer predicciones muy certeras sobre nuestro comportamiento futuro y en nuestros rasgos íntimos, llegando así a la era de la posprivacidad .
La tecnología continuará avanzando en todos los ámbitos de nuestra vida. En el sector público como en la iniciativa privada estamos obligados a seguir de cerca el tema para que, ojalá, de verdad sea fuente de bienestar para la mayoría de la población.
*Presidente y director general de Laureate y de la Universidad del Valle de México.