Política

Tinder: monogamia o veto

Desde el lanzamiento de Tinder, en 2012, el auge de las aplicaciones para ligar ha ido en aumento. Es conocida como una red geo-social cuya innovación fue la posibilidad de conectar con gente desconocida y ampliar el círculo social, para lo que otras plataformas resultaban limitadas. La propuesta que ofrecía ganó el premio Crunchie de TechCrunch a la “Mejor nueva puesta en marcha” en 20130. Sin duda, esto ha impactado de forma trascendental en nuestras sociedades modernas.

Un estudio realizado durante 2017 por la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, titulado “How Couples Meet and Stay Together” (Cómo las parejas se conocen y permanecen juntas) reveló que, para las parejas heterosexuales, conocerse en línea se ha convertido en la forma más popular para iniciar una relación; apenas en 2009 la principal manera en que las parejas se conocían era a través de amistades en común. Los encuentros por internet han desplazado considerablemente los roles que antes desempeñaban grupos sociales como la familia o hasta las congregaciones religiosas para unir a las parejas.

Este fenómeno ha llamado la atención sobre el impacto de la tecnología en las relaciones interpersonales y el emparejamiento. Aunque no se trata de algo reciente pues algo similar se observó con la ampliación del acceso a los teléfonos fijos y luego con el desarrollo de las salas de chat.

Una observación detallada e interesante de las parejas que se conocieron a través de alguna aplicación de ligue y que entre sí no tienen contactos en común, permite reconocer que si no fuera por las citas online nunca hubieran interactuado entre sí

Usando los datos del estudio de Stanford, los investigadores Philipp Hergovich y Josué Ortega realizan un modelo matemático por el que concluyen que se favorece la integración social más rápidamente a través de los emparejamientos en línea, y que esto permite que la sociedad se beneficie de nuevas conexiones. Además, dicho proceso de integración es significativo y continuo, lo que se demostró con una fuerte asociación entre las personas con acceso a banda ancha de internet y el aumento de los matrimonios interraciales.

No contamos con un análisis similar en México, pero al menos en Estados Unidos, un estudio de 2013 elaborado por Cacioppo, calcula que un tercio de los matrimonios modernos heterosexuales y hasta el 70% de las relaciones homosexuales comienzan en línea. También se ha registrado que las personas del mismo sexo fueron las primeras en adoptar los servicios de Internet para conocer pareja. Lo que señala el fuerte impacto que puede tener la conexión por internet en la conformación de nuestras sociedades, la forma en que nos emparejamos en línea moldea la demografía de nuestras comunidades. Sobre todo, permite que aquellos sectores de la población que viven alguna forma de exclusión social, como las personas racializadas, de la diversidad sexo-género disidente, madres autónomas, personas con discapacidad, divorciadas o adultas mayores, tengan una vía para la construcción de su vida romántica reduciendo el riesgo a la discriminación.

Conocer gente fuera de nuestra red social y en línea puede aumentar intuitivamente y de manera orgánica las conexiones diversas. Pero parece que para algunos grupos esto representa una preocupación.

Tinder se ha enfrentado a dos retos comunes en la interacción de grupos humanos. Por una parte, está la gestión de las interacciones a través de normas comunitarias, que ha favorecido a través del manejo de la privacidad y la permisión de las personas usuarias de controlar lo que desean compartir de manera pública. Esa dinámica ha sido bien recibida como parte de los filtros naturales que se establecen en el proceso de conocerse entre sí. Además de que permite bloquear personas y tiene opción para reportar los comportamientos inapropiados.

Otro de sus retos es la adaptación a las necesidades de nuestras sociedades y, como ya se mencionó, permitió la interacción de personas homosexuales y bisexuales en un plano de protección que la presencia física muchas veces no lo permitía. Apenas en marzo del año pasado, con el fin de “fomentar las conexiones auténticas”, según se expresa en su sitio oficial, añadió la incorporación de funciones que permitían a las personas señalar el “Tipo de Relación” con la lista de opciones para monogamia, no monogamia ética, relación abierta, poliamor, y abierto a explorar, y “Pronombres” de su preferencia. Con esto se reafirmaban aspectos no sólo identitarios sino, nuevamente, promovía la interacción de comunidades con desventajas de exclusión social en otros planos.

El mismo sitio de Tinder señala que,imentras que el 52% de la Generación Z prefiere relaciones monógamas, el 41% de está abierto o busca relaciones no monógamas, y que de esas son las relaciones abiertas y el poliamor los tipos de relación no monógama más populares.

Los cambios fueron bien recibidos entre personas de las comunidades multígamas y no monógamas. Pero la modernización de esto no ha sido bien manejada de parte del equipo desarrollador y en conjunto con los grupos conservadores, no han sabido contrarrestar una campaña de persecución que tiene lugar en sus algoritmos.

A través de plataformas sociales como Reddit y grupos de Facebook, se ha reportado un alto número de casos de personas no monógamas cuyas cuentas de Tinder fueron vetadas sin haber infringido ninguna de las normas comunitarias. En algunos de esos eventos la apelación al veto ha resuelto el problema, pero en otros tantos no es así y la aplicación no permite ninguna vía de revisión ni de comunicación con su equipo.

Pese a que se desconoce la razón y Tinder no brinda mayor información, en al menos dos foros donde se aborda el tema se sospecha, por la revisión de esos casos, que existe un grupo de perfiles dentro de la aplicación que reporta de manera persecutoria a las personas no monógamas por no simpatizar con su orientación relacional.

Dicho suceso resulta preocupante debido que se trata de una comunidad vulnerada. Las personas no monógamas y multigamas se enfrentan a una desventaja significativa debido a que sus formas de relacionarse se apartan de las normas sociales dominantes, que privilegian la monogamia como el estándar legítimo de vínculos afectivos y sexuales; tal como ocurre con la heterosexualidad, donde las personas con orientación distinta también han sido perseguidas, estigmatizadas, criminalizadas y patologizadas. Las plataformas que aplican reglas y algoritmos que penalizan o eliminan cuentas que promueven relaciones no tradicionales, refuerzan el estigma y la marginalización, tal como lo está permitiendo Tinder al no contar con procedimientos para proteger y restaurar las cuentas de la comunidad no monógama. Esta exclusión, más allá de ser un problema de acceso, perpetúa la discriminación estructural hacia quienes optan por vivir fuera de los parámetros normativos, invisibilizando sus derechos a la libre expresión y autonomía en la construcción de sus relaciones.

La estrategia de Tinder para visibilizar a las no monogamias, que apenas lleva en función poco más de un año, queda como una simulación muy adecuada para quedar como promotora de las libertades relacionales humanas; pero al estar vacía de soporte y respaldo, esta haciendo que la aplicación que antes fue innovadora para la conformación de relaciones, se convierta en otro aparto tecnológico de persecución y apogeo de los ataques cibernéticos organizados. Al permitir estos ataques que resultan en la invisibilización y restricción de por vida a perfiles no monógamos, la aplicación no solo perpetúa el estigma social hacia estas personas, sino que también afecta la libertad de expresión y de asociación.

Este es un problema urgente que el equipo entero de Tinder debe abordar porque, al excluir o vetar a personas no monógamas y multígamas, a razón de su elección relacional, están reforzando dinámicas discriminatorias y limitando el acceso a una plataforma que antes se ha esforzado por promover la diversidad de formas relacionales.

Para resolver este problema, el equipo de Tinder puede considerar el establecer directrices que reconozcan y protejan explícitamente a personas no monógamas y multigamas, evitando que sus perfiles sean bloqueados o eliminados injustamente. Para ello también debe adaptar los algoritmos de moderación para que no interpreten las relaciones no monógamas como un comportamiento inapropiado o no permitido, eliminando los sesgos implícitos que penalizan a estas comunidades.

Incluso podría avanzar más en su construcción y asimilar estrategias como incluir en los perfiles la opción de señalar si una persona es parte de una relación no monógama, abierta, poliamorosa o multigama, para que esto sea una categoría visible y respetada dentro de la plataforma.

Por otra parte, y así como ha hecho con campañas por la promoción del Pride, Tinder tiene en sus manos la decisión de iniciar campañas de concientización que promuevan el respeto a diferentes modelos relacionales, combatiendo los prejuicios que algunas personas usuarias tengan hacia las personas que no se ajustan a la monogamia.

Sin duda es una discusión que debe ponerse bajo la mirada de Tinder para contrarrestar las afectaciones que ya se han generado bajo las permisiones de sus políticas y debe asumir la responsabilidad de reflejar el respeto por la diversidad relacional y promover un entorno más justo para todas las personas usuarias.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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