El 11 de febrero, desde 2016, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, implementado por la Unesco y ONU-Mujeres con el objetivo de promover la participación y el acceso plenos y equitativos. Las redes sociales han aprovechado para dar visibilidad a mujeres científicas de la historia y del mundo y si bien esto representa un avance, no solo se trata de la participación como investigadoras, divulgadoras o estudiantes de una disciplina científica. Para complementar el tema hay que hablar también del acceso a los avances científicos para mujeres y niñas.
Garantizar el acceso pleno y de manera integral implica proporcionar oportunidades equitativas, ajustando las necesidades propias en cuanto a la educación, en el uso de los recursos tecnológicos y eliminando las barreras sistémicas durante la vida de las mujeres.
Porque la ciencia debe estar presente, por ejemplo, en la observación de la salud desde el nacimiento, en la vida educativa implementando principios de la pedagogía y hasta en la construcción de políticas públicas con base en los conocimientos científicos.
En tema de la participación, aún siendo investigadoras con una carrera sólida, las mujeres tienen menos probabilidades de obtener financiamiento para sus investigaciones; cuando se trata se estudiantes de STEM, las mujeres tienen más probabilidades de abandonar la universidad; y las niñas reciben menos aliento para aspirar a una carrera universitaria en STEM.
Respecto al acceso hay mucho por mencionar. Tan solo al hablar de la construcción de la ciencia médica, en la que se realizan menos investigaciones sobre sus padecimientos y por tanto el acceso a tratamientos de la medicina basada en evidencia es limitado. Sabemos que las mujeres tienen menos probabilidades de desarrollar habilidades básicas de alfabetización digital y de contar con dispositivos móviles y con acceso a internet. Por ello, hay que señalar el trabajo que falta por hacer para cerrar la brecha de género en el acceso y goce de los avances.