Es la poesía un Tafil para la sinrazón de esta época? Cuando la violencia satura las paredes, las calles, los sentidos, tomo un puño de piedras imaginarias, ladrillos abandonados y los lanzo con fuerza, contra la indolencia y prepotencia que nos rodea, la que hace una circunferencia de fuego, no del que da vida, sino del que arrebata la poca libertad que tenemos.
Entonces, voy a los libros y escucho las voces que hablan de otros sitios, me transportan en una nube abigarrada de magia y respiro fuerte muy fuerte para no caer, me balanceo en las líneas del poema, de las alegorías para llenar los vacíos que causan la impotencia y el dolor.
Cuando uno lee se vuelve un camaleón, la vista, las manos, las palabras se mimetizan, el tiempo se escurre como agua entre los dedos y la imaginación abre el cerrojo dejando libres las sensaciones, nadie en ese instante perturba lo que vas sintiendo.
Ante la algarabía del lenguaje el corazón tiembla, llora, canta, se agita, ríe. Octavio Paz nos lleva hacia el poema «Palabras, frases, sílabas, astros que giran alrededor de un centro fijo. Dos cuerpos, muchos seres que se encuentran en una palabra. El papel se cubre de letras indelebles, que nadie dijo, que nadie dictó, que han caído allí y arden y queman y se apagan. Así pues, existe la poesía, el amor existe. Y si yo no existo, existes tú». ¿Vamos en círculos concéntricos, el universo, los nombres, nosotros, los hijos, los padres, La Tierra? Hay desinterés por la poesía, no produce, sin embargo salva, edifica el espíritu, es necesaria, más que las inútiles precampañas que aburren, distantes al arte que nos hermana y humaniza.
Lea en voz alta, escuche el sonido de las flores, de las piedras, evádase por unos instantes de la realidad y goce. Es febrero, el humo del cigarro se desliza por la plaza de armas, la calle Madero, llega a la colonia Tamaulipas y finalmente a la Oaxaca:
Me retrato en tus ojos con mis ojos / Cliquear de parpadeos sobre cubierta/ La barca al mar del astillero baja / El vetusto bajel / La olivácea manzana / El oscuro silencio de hojas nos desata / Nuestros ojos por debajo de la almohada / En mi sueño laureado / Tu casa nuestra los fines de semana/ Las aguas claras del renacimiento / me hacen flotar ahogado en tu mirada.
Poema de Juan Jesús Aguilar. En su memoria. Carpe diem. _