“Si te quieren chantajear, Andrés, exprópialos, chingue a su madre, exprópialos, sí...”: Paco Ignacio Taibo II
Esta semana se anunció el nombramiento de Paco Ignacio Taibo II al frente del Fondo de Cultura Económica, quien ocupará el cargo cuando el nuevo gobierno entre en funciones. Días antes la escritora Margo Glantz había declinado encabezarlo. En sus declaraciones, al aceptar la propuesta, el escritor reconoció que actualmente no tiene ninguna preparación, pero afirmó, “que estudiará toda la estructura del libro relacionada con el aparato del Estado”. Señaló que va a estudiar la situación económica de la empresa y la política editorial. Y que, para él, se trata de “una etapa de ABC”.
Aclaró que no va a renunciar a su trabajo como escritor, ni tampoco a su participación en la Brigada para leer en libertad ni a los trabajos de formación en el Instituto de Morena.
Reconozco que Paco Ignacio Taibo es un excelente escritor y conversador. En una charla que dio, junto a su hermano, Benito, en el Museo del Periodismo, lo escuché con verdadero deleite. Sus novelas y biografías han recibido las mejores críticas.
Pero, me pregunto, si el autor de “El Álamo: una historia no apta para Hollywood” es el hombre idóneo para conducir la principal editorial del Estado. Mis dudas resultan de las declaraciones mismas del escritor.
Las líneas que constituyen el título de esta columna provienen de un video en que el escritor refiere un escenario en que una actitud incendiaria sería la mejor postura posible. El lenguaje no deja lugar a equívocos de la forma en que Taibo se conduce.
En una entrevista, el escritor afirmó que: “He sostenido públicamente durante mucho tiempo que lo que hay que organizar es la venganza, o sea todos los agravios que hemos recibido durante los últimos 30 años, las injusticias, los abusos, los asesinatos, hay que vengarlos.” Con claridad, señala que no es justicia, sino venganza lo que hay que esperar de él.
Hace un par de semanas, en una entrevista con Carlos Puig para Notivox Televisión, el escritor, afirmó “Yo soy guerrillero, colega. Que una bola de canallas, hijos de su mala madre, chayoteros, cobradores de los fondos negros del aparato estatal, me escamoten es un síntoma de orgullo”.
Ese modo desenfadado del escritor es sin, duda, una de sus mayores cualidades como ser humano. Su actitud “guerrillera” es también necesaria y loable. Pero, la dirección de la editorial más importante del país requiere otro perfil. El Fondo de Cultura Económica, desde su fundación, se ha caracterizado por su amplia apertura para publicar autores de todas las tendencias ideológicas. En su catálogo aparecen tanto Marx como Keynes, Schumpeter o Vasconcelos.
Por ello, la dirección del Fondo debe recaer en alguien que entienda de la divulgación masiva de libros y que esté menos inclinado al adoctrinamiento ideológico. Un intelectual con una posición incluyente. Con el nombramiento de Taibo, es evidente que la literatura perderá a un excelente escritor y el Fondo ganará un terrible administrador.
Pero, este nombramiento, que se integra a las ocurrencias que el futuro gobierno anuncia todos los días, pone en evidencia un asunto importante.
Grecia cayó hace unos años en una terrible crisis monetaria. La Unión Europea decidió otorgarle nuevos créditos, pero entre las condiciones que impuso al país mediterráneo destaca una: sustituir el principio de economía clientelar y el nepotismo (o sea, los puestos para los cuates) por el principio de otorgar los puestos públicos a través de un proceso de selección, de modo que los más capacitados ocupen los cargos en las secretarías de Estado. Para cumplir con ello se creó todo un ministerio. ¿Por qué le escribo esto?
Porque el nombramiento de Taibo viene a mostrar que en el nuevo gobierno todavía prevalece la idea de que los puestos que requieren de conocimiento técnico seguirán siendo para los amigos o se otorgarán para pagar lealtades políticas.
En esta lógica, es fácil pensar que la política cultural y editorial del Estado puede ser manejada por algún escritor o un actor. Con ánimos de justificar el nombramiento del correligionario, se ignora que una cosa es dirigir una oficina cuya misión es producir libros, y otra, muy distinta, redactar una novela.
No es posible aspirar a un país diferente si no sustituimos el principio en que se sustenta el funcionamiento de esta sociedad (la economía clientelar) por otro, en el que los más preparados ocupen los puestos. ¿Qué sentido tiene formar excelentes criminalistas, si los puestos en la policía investigadora los ocupan los hermanos o amigos del fiscal? ¿Qué sentido tiene formar gestores culturales, si las direcciones gubernamentales relacionadas con cultura son para los compañeros de barricadas?