Cuando murió Jesús, su grupo de seguidores no sobrepasaba a los 120. La comunidad cristiana había quedado prácticamente aterrada, después de observar la crueldad con la que los romanos habían ejecutado a su dirigente. Sin embargo, sacó las fuerzas y el valor suficientes para emprender una inmensa labor de propagación de sus creencias. Pero, ¿cómo fue posible que el cristianismo pasara a ser de una secta muy reducida en tiempos del emperador Augusto a una religión mundial?
Bueno, aquí nos ocuparemos sólo de los primeros siglos. Entre los predicadores cristianos hubo uno que destacó por su intensa actividad: San Pablo (conocido también como Pablo de Tarso o Paulo). Su nombre era originalmente Saulo, y formó parte de los grupos que persiguieron a los primeros cristianos. Algunas fuentes señalan que Saulo participó en el martirio de San Esteban, quien murió lapidado. La leyenda dice que en un viaje a Damasco en al año 32 DC. Saulo tuvo una aparición y escuchó una voz salida del cielo que le preguntó: "Pablo, ¿por qué me persigues?". A partir de entonces, se convirtió al cristianismo y cambió su nombre a Pablo.
La cantidad de lugares en que Pablo predicó es impresionante. Estuvo casi en todas las ciudades importantes del mundo antiguo: Atenas, Corintio, Efeso, Antioquía, etc. Sin los extraordinarios caminos romanos, esto no hubiera sido posible. Sólo gracias a la red de caminos que comunicaba al imperio, Pablo pudo desplazarse de tal forma.
Pablo fue recibido sobre todo por comunidades judías. Predicó en sinagogas que le ofrecían una cama y un desayuno, pero también en los teatros griegos, que llegaban a tener espacio para cerca de 24,000 personas. Excavaciones recientes han demostrado que las primeras iglesias cristianas se encontraban precisamente en los barrios judíos.
La aceptación del cristianismo tuvo que ver con las facilidades que ofrecía para lograr la salvación. La religión judía prometía la vida después de la muerte a quien respetara una serie de reglas alimenticias muy estrictas, hubiera practicado la circuncisión y cumpliera las ceremonias de un calendario ritual. Los judíos no podían comer carne de puerco, ni salchichas hechas con sangre animal, tampoco carne de lechuza ni camarones, ni anguilas ni otros animales acuáticos. Estaba prohibido, entre otras cosas, preparar alimentos con leche y queso junto a la carne. El mensaje de Pablo era mucho más sencillo: pedía una vida alejada de los vicios y marcada por el amor al prójimo.
Otro factor que influyó decisivamente en la propagación del cristianismo fue el entusiasmo con el que las mujeres lo adoptaron. En ese mundo de machos que era el imperio romano, la mujer era tenida como un ser inferior. Miles de viudas vivían en la miseria, pidiendo limosnas en las calles. Las ciudades estaban llenas de prostitutas pobres. Muchas jovencitas eran obligadas a casarse a los doce años o se les daba muerte en el momento de su nacimiento.
El cristianismo ofrecía una nueva moral. Igualaba la posición del hombre y la mujer (luego Pablo hizo algunas limitaciones) y prohibía el divorcio, lo que impedía que las mujeres empobrecieran. Las comunidades cristianas no dejaban a las viudas solas a enfrentar su miseria. Al mejorar la posición económica de las mujeres y su dignidad, la antigua comunidad cristiana empezó a crecer y crecer. Las mujeres llevaron a cabo una especie de evangelización casa por casa convenciendo a otras mujeres (como las campañas de Avon o Tuperware, en tiempos modernos). Esto tuvo tal éxito, que el emperador Valentiniano lo prohibió. Hay que mencionar además que Pablo mismo nombró a mujeres como diaconas y responsables de las capillas que en ese entonces se encontraban en hogares.
Además, la comunidad cristiana tuvo un importante aumento demográfico. A diferencia de las romanas, las cristianas no abortaban. En el imperio romano, la gente pobre, el 90 por ciento del pueblo, no podía permitirse muchos hijos. Por ello Séneca consideraba que ahogar a los recién nacidos, sobre todo si eran niñas, era una acción usual y razonable. Excavaciones han encontrado en la basura de las ciudades los restos de cientos de recién nacidos que fueron arrojados a la canalización. El cristianismo desde sus primeros años protegió la vida de los no nacidos.
El nuevo testamento se escribió entre los años 50 y 120 DC. Originalmente solo había unas cartas y la recopilación de algunas de sus ideas. Pero el apóstol San Marcos creó un texto en un nuevo estilo literario. Marcos, un judío que acompañaba a Pablo, tomó la pluma y escribió sobre la vida y la muerte de Jesús. Esta manera de escribir tuvo un gran éxito, de modo que Mateo y Lucas le siguieron.
La escritura de la vida de Jesús estuvo ligada con la decadencia de las creencias ortodoxas judías. En al año 66 DC hubo una revuelta judía en Palestina que fue brutalmente reprimida por el imperio romano. El Templo de Jerusalén fue parcialmente destruido. En el año de 132 DC hubo una rebelión todavía más violenta. Según el historiador Marcus Sasse, la mitad de la población de Palestina, cerca de medio millón de personas, perdieron la vida en ella. Esto debilitó enormemente las viejas creencias y facilitó la adopción de la nueva fe.
A todos los lectores de estas páginas les deseo unas felices fiestas y un año llenó de logros.